Alejandro Rebollo, a los altares

Francisco García

Francisco García

Aun desconocemos cuándo, en fecha exacta de los próximos meses tras arduos años de exasperante aguardo, se abrirá al tráfico ferroviario la variante de Pajares. Pero demos por hecho que el día de autos habrá que elevarlo al panteón del santoral asturiano bajo la advocación de San Alejandro Rebollo, protomártir de la causa del AVE, el ideólogo que ardió en la hoguera de las vanidades de otros, promotor inicial de una infraestructura que llega con abundante retraso, tras varios concilios y conciliábulos, después de salvar incontables herejías y anatemas.

Rebollo, personaje de empeño misional y personalidad enciclopédica, amamantado políticamente a los pechos de Adolfo Suárez, presidente que fue de Renfe, tiene una biografía pendiente de contar que convendría indagar a los historiadores. Licenciado en Derecho, ingresó en el Cuerpo de Intervención General del Ejército de Tierra. En 1963, letrado y capitán sin llegar a la treintena, tuvo que defender a un reo comunista al que acusaban de rebelión militar por supuestos asesinatos y torturas en una “checa” de Barcelona. Ese reo era Julián Grimau, el último ejecutado del franquismo tras un juicio sin garantías en el que Rebollo hizo lo que pudo, en base a sus firmes convicciones cristianas. Por su participación en ese proceso, la comunista Checoslovaquia dedicó una calle en Praga a Alejandro Rebollo que ya no existe.

Si a los socialistas se les ocurre que agosto es buena fecha para el primer viaje comercial del AVE a Asturias, deberían saber que por esas calurosas calendas la Iglesia festeja a San Alejandro, obispo de Capadocia, que según el santoral sufrió innumerables torturas y sobrevivió a todas, incluso a las fieras salvajes del circo, que a la vista del santo no sólo no se abalanzaron sobre él para despedazarlo sino que, arrecostadas en la arena del coliseo, se limitaron a lamerle los pies. Ese viaje iniciático de la alta velocidad debería también reivindicar la figura del otro Alejandro, que después de muerto vio obrarse el milagro de la multiplicación de las traviesas y las catenarias que permitirán que, por fin, Asturias acceda a la trinidad del avión con rutas a Europa, el barco cargado de hidrógeno verde y el tren rápido. Amén.

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