Un tanto retrasadinos

De la Zalia al plan del hórreo, los proyectos asturianos que nunca se ejecutan

Xuan Xosé Sánchez Vicente

Xuan Xosé Sánchez Vicente

LA NUEVA ESPAÑA titulaba así el 15 de abril: "El primer acceso de la Zalia abre al tráfico catorce años después de lo previsto". Como ustedes saben, la Zalia pretend(ía) ser una amplia zona logística para los tránsitos de mercancías entre El Musel y Castilla. A día de hoy es un páramo sin uso, con graves conflictos con los propietarios del terreno, sin comunicaciones. Por cierto, la vía recién abierta, que había sido pensada como autopista, queda ahora en simple carretera.

El filólogo Ramón Menéndez Pidal llamó a España "la de los frutos tardíos", refiriéndose a que ciertos géneros literarios medievales surgieron aquí retrasados con respecto a otros países europeos.

"Asturies, la serondiega" podría ser un título que definiese bien nuestra llaceriosa realidad. ¿Qué no llega aquí tarde? ¿Qué no se ejecuta con retraso? Cada concejo o comarca, lo mismo que el conjunto de Asturies, podría dar una lista de obras que se eternizan o no llegan: el AVE, las carreteras del Occidente, el soterramiento de Llangréu, la depuración de Avilés (y la de Xixón, y…), los terrenos de El Cristo…

En ocasiones, existen algunas razones para una parte de esos retrasos, imprevistos técnicos, por ejemplo, pero, en la mayoría de los casos, se deben a que se realizan promesas sin presupuesto o a que esos presupuestos no se ejecutan, pues existen otras preferencias territoriales; en claro: porque pintamos poco, no tanto porque somos pocos, según suele aducirse como excusa, sino porque no queremos pintar nada, por abulia y por sumisión política.

En otras ocasiones, la razón de ese retraso es nuestro conservadurismo. Somos una sociedad muy conservadora, inmovilista, en que, además, algunos grupos se establecen como guardianes sagrados de ciertas esencias; en realidad, como expropiadores de la propiedad ajena, en nombre de algunos principios declarados como sacrosantos y enfrentados a la realidad.

El 25 de enero de 1999 presentábamos en la Xunta Xeneral una detallada Proposición de Ley "de protección de los horros, paneres y cabazos d’Asturies", de doce artículos, una disposición derogatoria y dos adicionales, cuya finalidad era liberar los "graneros elevados" de algunas restricciones sin sentido: la posibilidad de darles usos no agrícolas, su movilidad, la eliminación de la obligatoriedad de estar ligados a una casa o casería. No fue tomada en consideración aquella ley.

Pues bien, veinticuatro años más tarde (¡) se anuncia un plan por parte del Gobiernu, Plan del Hórreo del Principado, para conceder a los propietarios de hórreos o aspirantes a serlo algunas de esas libertades de uso y propiedad, aún escasas, a mi juicio en la propuesta.

En breve, y como saben: los "granaria sublimia" han dejado hace décadas, en su mayoría, de servir para el uso para el que fueron construidos, almacenamiento de las cosechas (y, por cierto, tuvieron también una ocupación habitacional en muchas ocasiones). Carecen ahora de esa utilidad o son almacén de trastos. Eso, los que tienen uso y propietarios cercanos. Otros están simplemente abandonados o los atienden sus dueños por razones sentimentales. Mantener la legislación como si esta realidad fuera inexistente no lleva más que al abandono del bien mueble o su ruina, en todo caso a la desesperación del usuario y, de facto, la expropiación del bien, al no permitir darle utilidad. Algo semejante a lo que ocurría con las propiedades afectadas por el camino de Santiago, en que, hasta hace poco, no de podía pintar la fachada o arreglar la muria sin esperar por un permiso que tardaba, con suerte, más de un año.

Ya me dirán ustedes en nombre de qué, más allá de la razonable protección patrimonial, se puede expropiar de facto un bien en nombre de un prejuicio; en virtud de qué, causar su deterioro o ruina con el pretexto de protegerlo.

Y, sobre todo, ¿cómo se puede tardar tantos años en ver y reconocer una evidencia?

Retrasadinos.

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