Pactos y pitos

Una historia de políticos

Manuel Herrero Montoto

Manuel Herrero Montoto

Mucho bochorno en la calle. El frescor del clarete en el chigre se agradece. En nuestra mesa Maquinona apuraba el último trago de un porrón XL. Bebía y protestaba a un tiempo, practica mucho, aunque cuando se atraganta nos pone perdidos a vino y Casera. Paquita me sirvió la pinta de rioja antes de que tomara asiento, eso es eficacia. ¿Y Zapatones?, pregunté. Anda rebotao, según me cuenta Paquita, al yerno le van a jorobar la salud y el negocio. A joder, rectificó Maquinona, con el ceño tan fruncido que parecía que llevaba una visera negra. Si alguien me explica, sugerí. Tomó Paquita la palabra. Por lo visto, el yerno se inauguró ayer como concejal de Medio Ambiente y ya la tuvo gorda en la primera sesión de la Junta de Gobierno. El punto segundo del día era si las aves de corral debieran estar guardadas en los gallineros o libres como el viento. Claro está, el yerno de Zapatones, que milita en Somos Libres, y por demás regenta un negocio de pitos de caleya, intervino acaloradamente en defensa de la libertad de movimientos de gallos y gallinas. Pero, el tripartito cumplió, se votó y salió la iniciativa de encarcelar a las gallináceas. Hubo revuelo. El yerno se vio en la necesidad de tomar dos Cafinitrinas. Como último recurso, previo asesoramiento del consejo regulador del pito de los caminos (pitu de caleya en lengua vernácula), para evitar que desapareciese la denominación de origen, el tripartito acordó que los gallos caleyeros disfrutasen de una, dos o tres horas de garbeo al día, lo que repercutiría en las imposiciones fiscales, además, debiera especificarse en el etiquetado de venta al público el tiempo de caleyeo. Encontraremos en el super tres categorías de pitos y tres precios: 1HC, 2HC y 3HC. Iniciales que corresponden a horas y caleyeo. Y por eso se pilló el rebote Zapatones, y no me extraña, una ruina, concluyó Paquita.

Zapatones entró en el chigre con la cara descompuesta. Venía del Hospital. Al yerno le pusieron un stent en la coronaria derecha. Nos dijo el hombre, todo compungido, que él ya se lo había advertido: "No te metas en política, Manolín, hazme caso". Y no hizo caso. A la primera, el tripartito lo metió a él en el hospital y a los pitos en las jaulas.

Decidimos pedir una tortilla y jugarla al dominó. Paquita nos preguntó que si la queríamos con o sin cebolla. Nos miramos unos a otros, y le respondí yo, se lo diríamos después de debatirlo en asamblea. Paquita nos mandó a la mierda y quedamos sin tortilla.

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