Con votos y a lo loco

Ante las elecciones del próximo domingo

Con votos y a lo loco

Con votos y a lo loco / Ilustración: Pablo García

Juan Fueyo

Juan Fueyo

En julio no se decidirá el final de la esquizofrenia entre los dos partidos mayoritarios, sino el tipo de alucinaciones que sufriremos los españoles durante los próximos cuatro años. La manía política se ha apoderado del país debido a unas elecciones que podrían cambiar la agenda y los dirigentes en Madrid.

Cuando queda apenas una semana, los candidatos corren disparatadamente hacia la meta. Parecen personajes de "Aquellos chalados con sus locos cacharros" que, subidos precipitadamente a lo alto de una montaña rusa, se han lanzado a una bajada de vértigo: es el pico de drenalina de unas elecciones anticipadas. La política es un psiquiátrico metafórico a gran escala. En la península y las islas el único sensato es el rey.

En la novela de Philip K. Dick titulada "Los clanes de Alfana" se narra la historia de una Tierra del futuro donde se decide exiliar a los enfermos mentales a una luna lejana. Allí los enfermos acaban organizándose en una sociedad donde los psicóticos son los miembros del gobierno, los esquizofrénicos son los artistas y místicos, y los maníaco-depresivos son los filósofos. ¿Qué "enfermedades psiquiátricas" padecen los partidos políticos en España?

El PSOE anda con melancolía. La depre ha sustituido a la imaginación. El partido no sabe como ajustarse ante la posible crónica de una pérdida de poder anunciada. Y es que lo del 23 de julio más que una genialidad puede haber sido un desvarío. Es verdad que el sorprendente anuncio de elecciones dejó a sus rivales, por unos momentos, con un electroencefalograma plano. Pero no tardó la derecha en salir del coma reversible con la energía nerviosa de una crisis convulsiva. En el estupor de la derrota, el PSOE pensó en aquel cliché de que había que cambiarlo todo para que no cambiara nada. Un tratamiento ideal para su desánimo y desesperanza sería ganar en Andalucía. Sin la serotonina del Gran Sur, un PSOE agnósico se queda sin dialéctica, sin silogismos y sin olivares.

El PP de líderes parcos y circunspectos anda mórico, disfrutando las primeras planas con un desparpajo casi, ¡ay!, populista. Piensan que su subconsciente, que se buscó a sí mismo por tanto tiempo, se ha alineado con el inconsciente colectivo. Activadas sus neuronas espejo, por primera vez en años, creen estar en sincronía con la mayoría. Tienen buenas "vibras". Y para ganar votos se inclinan con reticencia a la derecha de su derecha, esa que se ha echado al hombro la escopeta nacional. El PP no propone quitar las rejas de las ventanas del psiquiátrico, tampoco ofrece aumentar las libertades de los enfermos: esto no es "Alguien voló sobre el nido del cuco". Pero bajarán los impuestos. Juan Bravo advertía en "El Mundo" que no harán "rebajas fiscales a lo loco". No fuesen a hacerse ilusiones los precarios…

En la dedicatoria, de "Los renglones torcidos de Dios", Torcuato Luca de Tena comenta: "Los renglones torcidos de Dios son, en verdad, muy torcidos. Unos hombres y unas mujeres ejemplares, tenaces y hasta heroicos, pretenden enderezarlos. A veces lo consiguen". En la novela, los reglones torcidos son los pacientes de un psiquiátrico y los héroes los médicos. Los políticos no son psiquiatras. Sus programas proponen mejorar la salud mental, pero no dicen cómo. Según informó Pablo Linde en "El País" en España hay seis psicólogos clínicos y once psiquiatras por cada 100.000 habitantes en la red pública, tres veces menos psicólogos que la media europea y casi cinco veces menos psiquiatras que otros países líderes en bienestar social. Sube la incidencia de la enfermedad mental, sobre todo en jóvenes, y no parece que la vayan a curar unas elecciones de verano…

La extrema derecha está catatónica. Como pájaros con las alas al revés migra en un eterno retorno devuelta sin cesar al pasado: más que la inteligencia artificial le preocupa la reconquista de Granada. Son los seductores de una España que se parece, en su nostalgia por el Imperio, a la del 98.

Sumar sufre de un trastorno de personalidad múltiple. No le salen las cuentas. Quiere ser bisagra, pero la puerta del poder es giratoria. Podemos, que descompone cuando propone, sobrevive mal entre la paranoia y el acoso. Bildu y Esquerra tienen déficits de atención. Llevan la vida del soldado que, viviendo infiltrado tras las líneas del enemigo, se resiste a aceptar que la guerra o la sedición han terminado.

En el "Elogio de la Locura", Erasmo de Rotterdam utiliza la ironía para hacer reflexionar a sus coetáneos sobre la Europa del Renacimiento. Yo, justo antes de depositar mi voto por correo, apuesto por la ironía, la reflexión y la locura. Por eso me da pena que si cae este "Sanchismo" no será para que suba un "Quijotismo". Un poco de chifladura bien entendida nos ayudaría a sobrellevar la rutina de seguir haciendo lo que Europa y Repsol mandan y exigen. Pero no será así. En el nuevo gobierno primará el sentido común y las finanzas sobre la búsqueda de una utópica igualdad entre los ciudadanos. Feijoo viene a proteger el zoquete de pan, el trozo de queso manchego y el vino castellano; no peleará por los molinos de viento ni las placas solares. Esperemos que quede Mancha de la que pueda salir otro enajenado y otro sueño de una España nueva y mejor para todos. Un país con más derechos, más libertades, más igualdad social y donde las enfermedades psiquiátricas estén mejor atendidas.

Felipe VI seguirá siendo el gran psiquiatra. Las depresiones "posvotum" y las alegrías infladas por la testosterona mediática deben tener una existencia tan intensa como efímera en un reino cabal.