Vida de Arcadio

Uno de los mejores libros de los últimos años

José Martínez Jambrina

José Martínez Jambrina

Uno de los cuadros favoritos de Arcadi Espada es el "San Jerónimo en su celda", del pintor Vittore Carpaccio (1460-1525) y que puede verse en la Scuola degli Schiavoni, en Venecia. El cuadro representa al santo, absorto en su labor creadora mientras un perrito le observa a cierta distancia. El cuadro está lleno de detalles con importancia. Varios libros abiertos, la mesa de trabajo repleta de objetos, los libros de la estantería en batería, la estancia, amplísima y llena de luz… pero uno se pregunta por el perrito, ¿qué hace ahí ese perrito? Es el único objeto que desentona del hermoso cuadro. Parece que el perrito era la mascota del pintor. Algunos hermeneutas del arte señalan que la figura de la mascota se usaba para dar un toque mundano a la inmortalidad de los santos.

Hay pocos autores que han escrito sobre los lugares donde escriben. Tal vez haya sido Castilla del Pino, el psiquiatra gaditano, quien con más precisión describió el lugar donde le gustaría pasarse la vida escribiendo, el mayor de su afanes. Lo explicó en su libro "Pretérito imperfecto" y aún falta un análisis psicopatológico sobre sus planes al respecto.

Esto no es un tema menor. El proceso creativo, la creatividad artística, literaria o científica, es un asunto de una grave trascendencia. Lo decía hace unos días el músico y escritor Sabino Méndez en Sevilla: "He acabado haciendo lo que más me gusta en la vida, que es escribir. Pero escribir, crear, te convierte en un solitario".

Bueno, sirva este preámbulo para dar cuenta de que, tras años de merodeos, Arcadi Espada ha abordado el tema de su construcción como escritor, o sea, en su libro "Vida de Arcadio" (Península, 2023).

Si alguna frase ha repetido el escritor barcelonés hasta la extenuación es que, como dejó escrito Josep Pla, "la intimidad es el gran problema de la literatura".

Yo no creo que "Vida de Arcadio" inaugure un nuevo género. Ni siquiera la reflexión de González Ruano con la que abre su libro es una novedad: "Raramente el yo no es segunda persona". Carlos Castilla del Pino ya escribió algo así al respecto. Como Lejeune, Proust o Searle.

Lo que sí consigue Arcadi Espada es darle un enfoque original e inusitado al tema que trata: su adolescencia y juventud, cuarenta años después. Es cierto que "raramente el yo no es segunda persona" pero "Vida de Arcadio", la dura, exhaustiva y blindada reconstrucción fáctica que ha escrito Espada delimita claramente la "autobiografía" de la "autoficción", separándose de esas autobiografías vergonzosas que no pasan de ser novelas en primera persona porque no resisten el requisito básico que sí que aparece en este texto: el sometimiento a la realidad. Porque en el género biográfico no pueden saltarse ciertas aduanas. Hay que ser serios.

Desde luego, la performance que usa Arcadi para revisar la vida de Arcadio es interesante. Pero en alguien con su obra resulta irrelevante y complica su trabajo. Si hay un escritor en este país que no tiene porqué desdoblarse o desmarcarse de su pasado es Arcadi Espada. Porque lleva haciendo eso toda su vida. Esta variante es novedosa en el género, agiliza la narración y hace amena la lectura. Pero para mí Arcadi es Arcadio y viceversa. Desde hace muchos años. En concreto, desde que en "Contra Catalunya" (1997) escribió aquel famoso párrafo donde decía "No recuerdo exactamente porqué un día comencé a firmar como Arcadi y dejaron de llamarme Arcadio. Supongo que sería por ligar un poco más… no lo sé con certeza…".

La teoría del "yo sucesivo", tan recurrente en su obra y tan presente en este libro, es un modelo fallido. Precisamente por algo que él mismo ha contado algunas veces y que está muy presente en los tramos de "Vida de Arcadio", sobre todo en los que habla sobre los momentos en los que pasó más vergüenza. Por ejemplo, su admiración por los buenos vinos. Arcadi Espada conoció el amargor de las botellas de "Siglo" que venían envueltas en un humilde saquito. Hay un origen trófico en la inteligencia. Y eso está en Arcadio. Y en Arcadi. Se ve también en la génesis de muchas depresiones llenas de culpabilidad, en personas adorables pero que un día, años atrás, no estuvieron a la altura. Y nunca podrán olvidar aquel–día–que fueron–cobardes… Recuerdo la escena final de la película "La flor del mal", de Claude Chabrol, que trata sobre la culpabilidad mantenida a lo largo de la vida: La vida es un perfecto presente continuo…

"Vida de Arcadio" es uno de los mejores libros que he leído en los últimos años. Es admirable la capacidad de síntesis y precisión del autor para dar cuenta de un tramo de su vida, un caudaloso río intranquilo. Escrito con la pulcritud ligera y leve que le caracteriza. A ratos, desopilante. A ratos, angustioso. Me llama mucho la atención, creo que es el momento donde mejor aflora la intimidad del autor, los fragmentos que en los que da cuenta del sufrimiento que le supone su trabajo, la creación de un artículo. Es un relato fascinante. Y esas cinco páginas finales que son como una tanda de naturales con la mano izquierda en las que arregla cuentas consigo mismo: "Escribirte ha sido un fracaso si te he dado sentido…". O esto: "No escribo novelas, los hechos están expuestos, con su tosquedad, con su falta de disciplina. Si el sentido puede ser destruido por la verdad, merece ser destruido por la verdad".

"Vida de Arcadio" merece la pena. Es una de las primeras biografías donde el autor se asoma a lo que en psicoterapia se llama la "polifonía del Self" que mi querido Carlos Mirapeix construye desde la obra de Vincenzo Guidano. Pero no es lugar ni momento para este análisis. Me quedo con algo genuinamente Espada: "Vida de Arcadio" es una reconstrucción exclusivamente fáctica de hechos del pasado de una persona. Pero aún más importante es que en esta trama no aparezca ni un solo momento un solo pellizco de buenas o malas intenciones como excusa para justificar comportamientos. Esto es lo que sucedió y lo que usted, querido lector, debe juzgar desde lo literario y desde lo moral, como no. Pero sepa usted que acertadas o no, las decisiones de Arcadio y de Arcadi sudan prudencia y responsabilidad. No hay llantos ni excusas. Yo ignoro qué es lo que busca Arcadi Espada con este libro. No me importa. Sé que todo son actos que así sucedieron. Yo también conocí a Marco Marchioni, tan importante en su vida, yo también conocí a Mar de Marchis, tan importante en la mía… Digo, es un decir, a modo de ejemplos sin mayor relevancia.

Pero lo que más me interesa de "Vida de Arcadio" es que hace lo más duro del oficio: aparecer en público sin velos ni sombras ni oscuridades. Asumir eso, mostrarse así, y contarlo así de claro y preciso es lo más parecido a lo que yo entiendo por ser autónomo y responsable.

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