"¡Bogad, bogad!": el grito insistente que necesita el Gobierno regional

Atajar el mal de la baja ejecución presupuestaria debería ser prioritario en 2024 para el Principado

"¡Bogad, bogad!": el grito insistente que necesita el Gobierno regional

"¡Bogad, bogad!": el grito insistente que necesita el Gobierno regional

Vicente Montes

Vicente Montes

El Presidente, Adrián Barbón, reconoció este viernes que elevar la ejecución presupuestaria de su gobierno es un objetivo de mandato. Por mucho que se pinten excusas los datos no han sido buenos a lo largo de este ejercicio, aunque al final se puedan salvar los porcentajes. Pero el ritmo de ejecución de las inversiones en la administración autonómica ha ido descendiendo poco a poco en los últimos años, llevándola a una inercia que se vuelve peligrosa a medida que aumenta el dinero que debe gestionar. Las cuentas de 2024, con su inédita cuantía de 6.348 millones de euros, serán un duro examen para evaluar la musculatura de la administración regional y la capacidad del Gobierno para tonificarla.

La ejecución presupuestaria suele ser un dato encerrado en el cuarto oscuro; pocas veces se le presta atención, en parte porque es un indicador del pasado que adquiere forma final una vez concluido el ejercicio. La presentación y aprobación del Presupuesto suele llevarse la aclamación, los debates, los análisis y los grandes titulares, pero la realidad cruda la determina qué se lleva a cabo de lo prometido, cuándo y de qué modo. Por eso, los balances de ejecución pocas veces destacan, salvo cuando son llamativamente negativos. Y si bien es cierto que Asturias, al cierre de los últimos presupuestos, ha estado en la media nacional, también es cierto que ese ritmo inversor se ha ralentizado en el conjunto de las administraciones.

Que conviene afrontar con seriedad ese problema lo vienen advirtiendo desde hace tiempo numerosas voces, como los empresarios, que suelen sufrir esa parsimonia con la que acontecen los asuntos en el manso transitar de los expedientes administrativos. Tampoco lo han ocultado los dirigentes políticos: aunque suelen escudarse cuando sufren al respecto el ataque de los partidos de la oposición, sí admiten cuando ya no está ese ruido que el lento discurrir hacia los objetivos puede volverse exasperante. Hay quienes buscan subterfugios para tratar de atajar los inconvenientes burocráticos, pero mejor solución sería abordar una seria revisión y reforma, con la mirada larga.

El principal talón de Aquiles del gobierno regional está en ese ritmo debilitado, porque si este fuese ágil resultaría más sencillo orientar y reorientar el rumbo. ¿Y cómo se consigue el ritmo? Al margen de las dificultades, con una voz de mando que cansina, tenaz e insistentemente reitere que se debe remar sin descanso: "¡Bogad, bogad!".

En las galeras, el cómitre establecía el ritmo y cadencia de las bogas. El origen etimológico de la palabra está en el latín (comes), que significa "ministro subalterno". Ese ritmo se marcaba a golpes de tambor o toques de trompeta y solía ir acompañado de latigazos a quien flaqueaba en el impulso. Obviamente, no es el mejor modelo para dirigir equipos, ya que lo habitual era que los reos y esclavos terminasen odiando al cómitre con todas sus fuerzas y no dudasen, si surgía la oportunidad, en amotinarse y asesinarle.

Como no se trata de que la sangre llegue al río, mejor imagen es la del "coxwain" (timonel) de las célebres regatas primaverales por el Támesis en las que compiten las universidades de Oxford y Cambridge, o la de los patrones de las vistosas competiciones de traineras. El patrón forma parte del equipo y controla verbal y físicamente la dirección, la velocidad, la sincronización y la fluidez con la que discurre la embarcación.

Necesitará el Principado un patrón firme y severo que vele por la ejecución presupuestaria mes a mes, antes de llevarse sustos a final de año. Pero eso no será la solución para un problema enquistado.

Varias son las tareas para ayudar a resolverlo. Por un lado, es necesario evaluar y rediseñar procesos administrativos, identificando cuellos de botella, redundancias e ineficacias. Habrá que rediseñar procesos para simplificarlos y hacerlos más eficientes, agrupando procedimientos similares (subvenciones, por ejemplo) y evitando que se conviertan en casos singulares. También, será necesario adoptar soluciones tecnológicas que mejoren la gestión de los procesos e impulsen su digitalización, para reducir la dependencia del papel, y capacitar a los empleados públicos para el uso de estas nuevas herramientas.

Pero sin duda es necesaria y urgente una reforma legislativa y normativa que agilice la tramitación. Y se deben establezcer sistemas que permitan monitorizar el progreso de los proyectos y expedientes, sometiéndolo todo a revisiones periódicas. El gobierno ya ha proyectado otras medidas que tendrán efecto positivo, como centralizar procedimientos o efectuar anticipos de gasto que esquiven ese paréntesis que se produce al inicio de año hasta que las cuentas están operativas.

Y el Ejecutivo tendrá que esforzarse en repetir hasta la extenuación en 2024 el grito contra la ineficacia: "¡Bogad, bogad!".

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