Un año que empieza de cero... o no

El 2024 nos sale perfeccionista

Cristina Martín

Cristina Martín

2024 empieza de cero: a las doce de la noche acabó un año, un mes y, además, una semana. El nuevo año nos sale perfeccionista desde el principio y arrancó en lunes, como si quisiera sacudirse todo lo que tiene que ver con su antecesor: 2024 no mira hacia atrás, no quiere saber nada del pasado ni tener ningún vínculo con ese otro que nos ha dejado, como todos, alegrías y penas, porque eso es la vida y así será 2024, aunque él se presente como único y extraordinario. Pero no es momento de adelantar frustraciones: por qué no pensar que será un año especial, ahora que acabamos de estrenarlo y que se muestra ante nosotros lleno de luz, horizontes y oportunidades. Empezar en lunes, de cero, es un buen inicio. Habrá quien lo tome como una señal, una frontera bien marcada entre lo que hemos sido y hemos hecho hasta ahora y lo que podremos ser y hacer a partir de ese momento mágico en el que pasamos de un año a otro al ritmo implacable de doce campanadas y las uvas que seamos capaces de engullir sin asfixiarnos (yo, muy pocas, lo reconozco). Nos encanta todo lo redondo y circular, todo lo simbólico, las metáforas, delimitar etapas, marcar el inicio y el final; imaginar que la vida es una pista de atletismo donde hay una meta que nos abre a otras dimensiones vitales, tras una carrera más o menos extenuante que nos sirve para encaminarnos, acercarnos a ese futuro que jamás alcanzamos porque cuando llegamos ya es presente fugaz, convertido en un instante en pasado. Un camino jalonado de encuentros y desencuentros, con nosotros mismos y los demás, en este movimiento continuo que es vivir. Pero precisamente la suerte es no empezar de cero: aceptar que somos el resultado de todos los años que hemos vivido, reconciliarnos con nuestro yo del pasado y entenderlo, no querer retroceder ni un mes y afrontar este cambio de año como un punto y aparte cargado de posibilidades. 2024 promete. Feliz año.

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