Don Quijote en Illano

Francisco García

Francisco García

En el parque de La Bobia, a 900 metros de altitud sobre el nivel del mar, en un concejo del occidente astur que llaman Illano, Don Quijote avistó en lontananza 53 aerogeneradores eólicos que confundió con gigantes encantados, tal que émulos de Morgante y Caraculiambro, con brazos de casi dos leguas. “La ventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertáramos a desear; porque ves allí, amigo Sancho, donde se descubren tan desaforados gigantes, con quien pienso hacer batalla y quitarles a todos la vida”. Consideraba el hidalgo manchego que aquesta era buena guerra y gran servicio a Dios quitar tan mala simiente de sobre la faz de la tierra.

Como si cabalgara sobre pedregales de la ínsula de Malindrania, el caballero andante, desatendiendo las consejas de su rechoncho escudero, bien cubierto de su rodela dio de espuelas a su caballo Rocinante y decidió acometer al enemigo. Levantose en esto un poco de viento y las grandes aspas comenzaron a moverse, lo cual dio pie a Don Quijote a clamar, lanza en ristre: “Pues, aunque mováis más brazos que los del gigante Briareo, me lo habéis de pagar”.

Arremetió a todo el galope y embistió con el primer molino que estaba delante, pero era tan enorme su tamaño que apenas alcanzó con su lanza el diámetro metálico. El aspa le quedaba muy arriba, de tal forma que hubiera necesitado una pértiga siquiera para aproximarse a la brazada inmensa. Al choque con la estructura fija, la lanza se hizo pedazos, llevándose tras de si al caballo y al caballero, que fue rodando muy maltrecho por el parque eólico, de tal forma que no se podía menear.

Tal es el nefasto futuro que aguarda a quienes, como Don Quijote, se opongan en el poniente asturiano a la proliferación de los monstruosos hecatónquiros y osen emprender contra ellos espantable y jamás imaginada aventura.

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