No hay mal que por bien no venga…

Unir fuerzas contra las guerras

No hay mal que por bien no venga…

No hay mal que por bien no venga…

Pere Casan Clarà

Pere Casan Clarà

Acude a mi memoria la vieja historia china sobre el control de las adversidades: "¿Buena suerte? ¿Mala suerte? ¡Quién sabe!". Durante la vida se producen alternancias entre episodios de buena y mala suerte, pero la frase del saber popular, que da título a este artículo, nos lleva a pensar que de las desgracias pueden derivarse buenos momentos posteriores. El escritor de origen mexicano Juan Ruiz de Alarcón (1581-1639) compuso una comedia con estos términos, y el español Mateo Alemán (1547-1614) introduce este mismo concepto en la novela picaresca "Guzmán de Alfarache". Todo induce a pensar, pues, que desdichas y venturas pueden ser buenas compañeras.

Estaremos de acuerdo en que las guerras son una forma grave de conflicto entre grupos humanos. Se trata de un fenómeno antiquísimo ligado a nuestra esencia, que no hemos sabido resolver con la evolución, a pesar del enorme avance realizado en favor de la paz.

Las guerras forman parte de todas las culturas y existen numerosos tratados antiguos sobre la mejor manera de plantearlas y de superarlas. La guerra es el primero de los cuatro "Jinetes del Apocalipsis" y ha sido representada en numerosas obras de arte, de todas las formas y estilos. En nuestra civilización mediterránea disponíamos de dioses dedicados a este término, y tanto Ares en Grecia como Marte en Roma, recibieron todos los honores de los humanos de su época.

Adolf Tobeña y Jorge Carrasco abordan en un libro reciente, "La guerra infinita: De las luchas tribales a las contiendas globales" (Plataforma Editorial, Barcelona, 2023), una visión de las guerras a partir de las raíces psicobiológicas de los conflictos grupales. Se trata de un texto profundo y de fácil lectura, con una revisión histórica detallada (el libro dispone de 462 referencias bibliográficas), a la par que con un análisis de los enfrentamientos étnicos y religiosos que ayudan a entender (¿) los conflictos actuales más candentes. Nos cuesta pensar que a estas confrontaciones presentes puedan aplicárseles frases como la del título y que de este indudable mal puedan derivarse cosas buenas.

Johannes Gensfleisch, más conocido por el nombre de la casa de su padre, "Gutenberg" (1398-1468), nació en Maguncia, en el estado de Renania-Palatinado (Alemania) y es conocido y ampliamente recordado por la invención de la imprenta de caracteres móviles. La impresión de las 200 copias de la Biblia (1.286 páginas en dos volúmenes) en 1455, representó un hecho de una trascendencia histórica y de ello se derivó la difusión de la cultura escrita por todo el mundo. Fue precisamente una guerra, la que tuvo lugar en octubre de 1462, cuando Maguncia fue asaltada por las tropas del príncipe Adolfo II de Nassau (nombrado arzobispo de la ciudad), cuando los impresores que trabajaban en los numerosos talleres que ya existían emigraron a diferentes ciudades de Europa y contribuyeron a la difusión de la imprenta. La primera prensa en España llegó a Segovia en el año 1472, acompañada de un impresor alemán (Johannes Párix). Maguncia dispone de varios monumentos y un magnífico museo dedicado al recuerdo de Gutenberg. Una versión parcial del hecho relaciona la expansión del invento con el saqueo de la ciudad. Un "bien" derivado de un "mal" que posiblemente sólo aceleró lo inevitable.

Era tal la gratitud que Alemania guardaba hacia Gutenberg, que se encargó a Félix Mendelssohn (1809-1847) la composición de una cantata en recuerdo del 400 aniversario de la imprenta. "Festgesang zum Gutenbergfest" (MWV D4), fue estrenada en Leipzig el 24 de junio de 1840. La obra, de estilo romántico, consta de 4 secciones, para dos orquestas de metal y coro masculino. El texto se debe a Adolf Eduard Prölss (1803-1882) y es un canto de alabanza a Gutenberg, lógicamente en alemán. En el año 1855, el organista inglés William Hayman Cummings (1831-1915), adaptó el segundo movimiento de la partitura de Mendelssohn al himno navideño escrito en 1739 por Charles Wesley (1707-1788), titulado "Hark!, the Herald Angels Sing". Es en esta versión de "canción navideña", como goza de una gran popularidad en todo el Reino Unido, especialmente en Cambridge y, además, como es reconocida y cantada en todo el ámbito cristiano durante la Navidad. Existen numerosas interpretaciones, con todas las formas posibles, pero resulta especialmente emocionante la del King’s College de Cambridge (https://youtu.be/AGBFltID-mA?si=z5mDTk_CRyFDIJMR) por su simbolismo y tradición. Si prefieren la grandeza y la ostentación, pueden acudir a la versión que ofrecen "The Tabernacle Choir", de Salt Lake City (360 cantantes), acompañados de gran orquesta y órgano (11623 tubos), dirigidos por Mack Wilberg. https://youtu.be/SFjMPaOBzXc?si=xqAjKMoJrwPCAWLy

No sabemos si siempre existe un bien que pueda derivarse de un mal previo, pero la vida es un continuo paso entre una y otra situación. Si queremos facilitar este camino, podemos unir nuestras fuerzas para que lo malo termine pronto, especialmente las guerras en curso, y podamos cantar el himno, ya sea en alemán, recordando a Gutenberg, o el nacimiento de Jesús, en la versión actual más conocida.

Suscríbete para seguir leyendo