Opinión | Editorial

Potenciar Asturias como lugar de oportunidades

Potenciar Asturias como lugar de oportunidades

Potenciar Asturias como lugar de oportunidades / Pablo García

Ninguna tarea debería ocupar y preocupar tanto al Gobierno del Principado como la de potenciar Asturias como tierra de oportunidades, estableciendo condiciones que favorezcan la implantación de compañías o hagan crecer a las que ya están asentadas. No hay mejor reclamo para atraer y retener población, sobre todo población joven, en edad de trabajar. Pero nunca podrá lograrse sin propiciar un entorno amable hacia las empresas y una estrategia cómplice con los emprendedores, ni sin combatir ese distorsionado atavismo del patrón como enemigo del obrero. Nadie pide que la iniciativa privada campe a sus anchas, pero los inversores saldrán corriendo si para competir desde aquí se les obliga a hacerlo en desigualdad.

La botella medio llena: las sociedades que trasladan su sede a la comunidad superan a las que la dejan. Van tres ejercicios en saldo positivo. Asturias creó casi 900 empresas más de las que se disolvieron. El capital suscrito en ampliaciones o nuevos negocios superó los 562 millones. El segundo mejor dato desde 2018. La botella medio vacía: Asturias fue la comunidad en la que más retrocedió la industria. El PIB per cápita asturiano, la riqueza por habitante, solo alcanza el 78% de la media de las regiones europeas, con el peor comportamiento de la Cornisa. La región no recupera el nivel anterior a la pandemia.

Indicadores positivos y negativos conviven a diario en la transición del modelo productivo asturiano. Lo viejo no acaba de reciclarse y el reemplazo no irrumpe con fuerza. Ni lo malo justifica la desesperanza, ni lo bueno permite descorchar el champán. Algunos registros responden a circunstancias coyunturales. Otros, como el del PIB –trescientos mil asturianos de un millón lo sostienen, muy pocos–, traslucen detrás un daño estructural: la baja población activa. Si la dependencia de los emporios públicos fue la enfermedad letal del pasado siglo, la escasez de personas en edad de trabajar lleva camino de convertirse en la gran dolencia del XXI de lo global.

No somos menos que nadie, salvo que los asturianos tengamos que salir a pugnar a los mercados del mundo cargando con un lastre a la espalda

Bazas tiene la región para mejorar. Unas cuantas empresas tecnológicas ya desembarcaron atraídas por la cualificación de los operarios. Encontrar mano de obra también supone una dificultad aquí, aunque de menor intensidad que en otras partes. Mucho se habla de los impuestos. Los empresarios asturianos ven cómo otras comunidades –no una, ni dos, prácticamente todas– favorecen fiscalmente a sociedades con las que compiten mientras la suya propia los penaliza, ya sea con gravámenes, una Administración perezosa o una desbordante incontinencia legislativa, esa obsesión por regular hasta el paroxismo, a veces de forma contradictoria y siempre robusteciendo los requisitos.

Un ejemplo de más trabas no consumado todavía: el Ministerio de Transportes niega de mano trenes madrugadores a Madrid, para facilitar los viajes de negocios, que sí existen en el resto de ejes del AVE. Nadie está pidiendo vagones con moqueta, dejar de cumplir con Hacienda o suprimir normas, sino adecuarlas a la realidad actual y al entorno. Porque retrasarse en hacerlo significa dañar la imagen de Asturias como paraíso privilegiado para la iniciativa. No existe empleo sin emprendedores. No somos menos que nadie, salvo que los asturianos tengamos que salir a pugnar a los mercados del mundo cargando con un lastre a la espalda.

El peso del que el Principado carece fuera por razones demográficas y de representación puede compensarse de otras maneras. Asturianos y asturianas de España y el extranjero influyentes en variados ámbitos estarían encantados de actuar como cómplices de la región y expandir sus valores. Esa capacidad diferencial no emerge sola, se cultiva. Falta igualmente una actuación transversal en el Gobierno autonómico que empuje hacia un objetivo tan estratégico como fomentar la actividad. La política mayúscula la multiplica, no la inhibe. Cada Consejería vuela por libre, cuando no obstaculizándose el camino. Véanse los eólicos.

No vamos a cansarnos de recordarlo: Asturias alcanzará sus máximas cotas de desarrollo, bienestar y equilibrio territorial cuando logre ofrecer trabajo en calidad y cantidad suficiente para atraer y retener profesionales. Un enunciado simple y repetido desde los tiempos de la reconversión, pero el único remedio que funciona. Con cotizantes, el resto de la ecuación cuadra. El "caso Marea" provocó un endurecimiento de los controles que a la postre ha derivado en parálisis administrativa. El síndrome del "Petromocho" frenó en seco la búsqueda de empresas por temor a otro ridículo. Pasaron más de tres décadas, suficiente para superarlo, ser proactivos y resolver volcándose en la economía, generando riqueza. Si no, nada habrá que repartir entre los asturianos.