Opinión | Más allá del Negrón

El Principado de las fantasías

Del Mundial 2030 al AVE, los asturianos vivimos una desilusión tras otra

El Principado de las fantasías

El Principado de las fantasías / Ilustración: Pablo García

Cuando era crío, no sabía lo que era vivir el presente. Carente de un pasado significativo, vivía en el futuro o en el mundo imaginario de libros y películas de aventuras. No es que tuviera una infancia infeliz, pero la ansiedad me atenazaba. No vivía por el pánico que tenía a enfrentarme a los días de clase en la Escuela Unitaria de Perlada. Sólo pensar en los lunes, en la posibilidad de que los mayores me rompieran las gafas o de que don Crescencio me sacara al encerado para exhibir en público mi ignorancia, me aterrorizaba. Hasta que, en un momento iniciático, de esos de devorar el "Siddharta" de Hermann Hesse, descubrí que desperdiciar cinco días de vida esperando un escurridizo fin de semana, que se pasaba en un plis plas, no rentaba.

Los asturianos, aún hoy, vivimos en un tiempo indefinido, hecho a medida, raro, muy raro. Nos arrebata disfrutar el presente, somos excesivos en el deleite inmediato, como si no hubiera un mañana. A juerguistas, no nos gana nadie. Cada vez que uno se presenta por ahí fuera como asturiano, no falla, te cuentan siempre lo mismo. "Meca, yo conocí a un asturiano –en la mili, en la universidad, en el trabajo, da igual– que era la bomba, un vividor nato, no tenía final".

Al mismo tiempo, por más años que pasen, no dejamos de añorar nuestro pasado glorioso. Desde don Pelayo en adelante, todo han sido gestas, hasta cuando, con Hunosa y Ensidesa, fuimos poco menos que la locomotora de España. Rebosábamos riqueza o, al menos, eso decían las estadísticas. Hasta que en la década de los ochenta nos reconvirtieron. Seguimos encabezando rankings, pero ahora de aspectos negativos: Asturias es la comunidad más envejecida o Asturias se encuentra entre las comunidades que menos crecen. Eso sí, todo hay que decirlo, Asturias sigue siendo la comunidad más querida por los españoles.

Tal vez por esos ránkings negativos ahora miramos tanto al futuro. Para no caer en la depresión. Y nos dedicamos a fantasear. ¿Cuánto tiempo llevamos fantaseando con ser sede del Mundial 2030? Pues va a ser que no, que no estamos para dispendios, dice la alcaldesa de Gijón ¿Cuánto tiempo llevamos fantaseando con la apertura del centro logístico de Amazon en Asturias y todos los puestos de trabajo que va a traer? Pues va a ser que, de momento, tampoco, y no hay forma de que Bezos ponga una fecha.

Pero para fantasía la llegada del AVE. Aquel hito que Barbón bautizó a finales del pasado mes de noviembre, tras 20 años de espera, como el comienzo de una nueva era para Asturias, no ha resultado ser el ensueño que anhelábamos. Desde sus primeras semanas, la apertura de la Variante de Pajares ha estado plagada de incidentes: "El recién inaugurado AVE arranca con mal pie"; "Caos e indignación de los viajeros del Alvia a Madrid", por averías y retrasos; "Sacar un billete es como ir a la tómbola, denuncia CC OO".

La alta velocidad se paró en Pola de Lena, lejos de su destino final en las grandes ciudades asturianas. Ni siquiera son los trenes de alta velocidad, sino los Alvia de toda la vida. Pero tranquilos, nos dijeron, que en marzo, es decir, mañana, llegarán los trenes Avril, los AVE de verdad, más rápidos, con más frecuencias. Pues va a ser que tampoco. A ver en Semana Santa. O casi en el verano, para más seguridad. Y si no, para los Princesa de Asturias en octubre. Estamos acostumbrados a esperar. Nosotros no somos de ponernos farrucos, como otros que yo me sé. Por algo somos la comunidad más querida. Aunque sólo a base de cariño no se llega demasiado lejos.

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