Opinión
Por la igualdad real todos los meses del año
Los avances hacia la equiparación de mujeres y hombres han sido muchos, pero falta por conseguir todavía más y ante cada 8M hay que volver a recordarlo
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El 8 de marzo en Asturias, una jornada que vovlerá con múltiples escenarios y temáticas porque la protesta no logra reunir en una sola voz las reivindicaciones
El mundo ya no es ni será con respecto a las mujeres como era en el pasado. Afortunadamente. Algunos perciben la equiparación como un ataque a los hombres en vez de como un avance para la comunidad. Las disputas por la supremacía en el feminismo y la lógica asfixiante del todo o nada en la batalla seguramente contribuyen a esa opinión tan incierta como injusta. Porque los avances han sido muchos, pero lo que falta por conseguir, todavía más. Cada marzo hay que repetirlo, aunque la igualdad real exige luchar, desde la seriedad y la serenidad, sin victimismo ni histeria colectiva, todos los meses del año.
La realidad asturiana es femenina. Por cada cien hombres hay casi ciento diez mujeres. Las que pasan de 85 años multiplican por dos a los asturianos en idéntica franja. Por cada niña menor de 15 años, más de 3 mujeres rebasan los 65, según la estadísticas recopiladas por el Instituto Asturiano de la Mujer. Aunque descienden los habitantes de la región, aumentan los hogares. La proliferación de personas que viven solas explica la paradoja. También crecen las familias monoparentales. Ellas lideran ambas clasificaciones con porcentajes abultados.
Las asturianas realizan un mayor esfuerzo por formarse y tienen un nivel educativo superior a los hombres. El 40% acaba accediendo a una carrera universitaria, con tasas de rendimiento, éxito y evaluación por encima de sus compañeros. Esta diferencia sustancial no se traslada al mercado laboral. Porque, a pesar de la cualificación, ellas encabezan las listas de paro y empleo temporal, ostentan la menor tasa de actividad de España y para ganar lo que un colega en un año precisan trabajar casi 15 meses. La brecha salarial se reduce, la velocidad deja mucho que desear.
Los lectores encontrarán en los suplementos dominicales de hoy, «Siglo XXI» y «Criterios», más datos para componer el relato que describe a las asturianas contemporáneas y algunos de los objetivos del ideario feminista. La división, con menos ruido, persiste para la celebración el viernes del Día de la Mujer. Vuelve con múltiples escenarios y temáticas porque la protesta no logra reunir en una sola voz, aunque sí en valores, el grito de las mujeres, ni representar su pluralismo. El riesgo de «tribalizar» por facciones el movimiento es que también se trivialice, justo cuando acortar las diferencias debería abordarse con más determinación y altura de miras que nunca. El 44% de los varones, según una reciente encuesta del CIS, opina que la reivindicación ha llegado demasiado lejos. Ellos se consideran ahora los damnificados. Contribuyen a instalar distorsiones como ésa el modelo androcéntrico que sustenta la normalidad, la instrumentalización partidista de la causa y la lucha por la hegemonía, basada en la retórica de imponer a toda costa una verdad.
La fractura pasa factura. Incluso muchas feministas se sienten desanimadas o excluidas por la confusión que generan estas desviaciones. La cúspide fue el 2018. Desvanecer el patrimonio atesorado con las manifestaciones intergeneracionales y transversales de entonces constituye un error estratégico. Multitud de mujeres, y de hombres, son conscientes de la vigencia de una desemejanza estructural: el reto consiste en construir en la unidad, desde este punto común de partida, la alternativa. Sumando esfuerzos, no condenando al discrepante por hereje.
Multitud de mujeres, y de hombres, son conscientes de la vigencia de una desemejanza estructural: el reto consiste en construir en la unidad, desde este punto, la alternativa
La selección femenina de fútbol, en lo más alto, acaba de lograr su segundo gran título, la Liga de las Naciones, de la mano de una sierense. El equipo más laureado de la historia del deporte regional practica el hockey sobre patines y lo integran jugadoras. Muchas campeonas ni cobran el salario mínimo. Pierden dinero entregándose a su pasión. No hay banderín de enganche más espectacular para incentivar el progreso que el deporte, ese gran catalizador social. Volviendo la vista a las pioneras, el salto fue gigante. Mínimo al lado de los homólogos masculinos. Como en la vida misma.
Surgen iniciativas interesantes para zanjar la brecha. Faltan más. En frentes variados. Prolongadas en tiempo. El 8M pasará, pero cualquier día a partir de ahora debería convertirse en espíritu en otro 8M. El machismo es el fruto de una cultura dominante. Las actitudes sexistas, la consecuencia resistente de ese modelo. Antes que debatir si la palabra de una canción supone un insulto o un himno liberador, convendría ocuparse de estas cuestiones para no perderse en el camino, ni lamentar un peligro de retroceso.
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