Opinión | Sol y sombra

Inmersión igual a odio

Por las conclusiones extraídas, la comisión que envió la Unión Europea para analizar los efectos de la inmersión lingüística en Ca-taluña ha debido de percibir que las cosas están muy mal. Tan mal, que ha urgido a la Generalitat a que sancione "el acoso y el odio" hacia los niños que exigen su derecho a ser educados en castellano después del incumplimiento sucesivo de las leyes dictadas contra la exclusión. La exclusión, el acoso y el odio en una comunidad bilingüe es lo que mejor define al nacionalismo su-premacista catalán. No hay que extrañarse a estas alturas, puesto que los nacionalistas, que solo admiten la existencia de un pueblo definido por los sesgos identitarios y el falso historicismo, están en el mismo germen del fascismo.

Lo asombroso, aunque dada la deriva política del Gobierno tampoco lo es tanto, viene cuando los socialistas, en Europa, deciden votar en contra de que se sancione a los acosadores que incumplen las leyes en defensa de la igualdad de derechos de las dos comunidades que habitan en Cataluña. No, no puede ser, dirán algunos, los más ingenuos. Pues sí, lo es. El informe, que incluye las sanciones por odio y acoso, reclama al Gobierno de España y al de Cataluña protección para las familias castellanohablantes tras las demoledoras sentencias en contra de la inmersión lingüística. Ha sido aprobado por diecinueve votos a favor, frente a seis, en la Comisión de Peticiones del Parlamento Europeo. Y la media docena de votos en contra proviene del socialismo; de los Verdes, donde se ha colado ERC, y de The Left, que acoge a Podemos. Por necesidades de un guion absurdo, los socialistas viajan unidos al destino de los mismos indeseables identitaristas que tratan de impedir que los niños reciban educación en su lengua materna en una comunidad bilingüe donde los nacionalistas siguen empeñados en conculcar los derechos de los otros. ¿Es esto lo que Sánchez llama reconciliación nacional?

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