Opinión

Berthe Morisot, la alumna aventajada de Manet

Reencuentro con el Museo d’Orsay

Hacía varios años que yo no acudía a una visita, para mí obligada, cuando me encuentro en París. Me estoy refiriendo al Museo d’Orsay, también conocido como el museo de los impresionistas, por encontrarse aquí una buena muestra de obras de sus pintores más renombrados. Siempre que acudo a París me reservo un día completo para disfrutar con cierta calma de lo que expone uno de mis museos predilectos. En esta ocasión tenía gran interés en profundizar en algunas de las obras de Édouard Manet.

Fue en una de las salas donde atrajo mi atención su obra "El balcón", de la que me llamó poderosamente la atención una mujer joven, en primer plano, sentada y acodada en el balcón de verde barandilla, con mirada extremadamente melancólica. Cuando Manet pintó este cuadro, las escenas de la vida burguesa eran un género de moda. Sin embargo, esta obra no responde a ninguna de las expectativas del público de la época. Todos los personajes son íntimos de Manet. Y Berthe Morisot, en particular, es la joven a la que me refiero (tiene 27 años), y hace su primera aparición en la obra de Manet, de quien se convertirá en modelo privilegiada (la retrató en 14 ocasiones) y que, además de ser su alumna (era pintora y se había iniciado con Camille Corot), sería su futura cuñada al casar con Eugène, su hermano mayor, a los 37 años de edad.

Sobre la marcha (ventajas de la tecnología y de internet), indagué más sobre Berthe Morisot y, para mi sorpresa me enteré de que se convirtió en la representante más importante de las mujeres en el movimiento impresionista. De hecho, hubo varias, aunque los historiadores del arte, con el paso de los años, las relegaron a un segundo plano, agrupándolas bajo la etiqueta de "artistas femeninas", y las alejaron de los renombrados Manet, Monet, Renoir y Degas, compañeros y amigos con los que ellas habían compartido inspiración y salones.

Supe que Berthe Morisot había destacado por su extraordinaria técnica, por su impecable dominio del blanco y por formar parte, desde los inicios, del grupo rebelde que desafió a los críticos conservadores del París de finales del siglo XIX, abriendo un nuevo capítulo en la historia del arte con sus pinceladas sueltas y su fascinación por la luz.

Ya que estaba en el museo más importante del mundo sobre pintores impresionistas, quise conocer alguna obra de esta pintora que se me había revelado. Me di de bruces con "La cuna", sin duda alguna el cuadro más famoso de Berthe Morisot, pintado en 1872, en París. La artista representó en él a su hermana Edma (quien también fue pintora hasta el momento de casarse), velando por el sueño de su hija, Blanche. Es la primera aparición de una imagen de maternidad en la obra de Morisot, tema que se convertirá en uno de sus argumentos de predilección.

La mirada de la madre, la línea de su brazo izquierdo doblado, al que hace frente el brazo también plegado del niño, los ojos cerrados de la bebé dibujan una diagonal que resalta todavía más el movimiento de la cortina en el fondo. Esta diagonal relaciona la madre con su hijo. El gesto de Edma, que corre el visillo de la cuna entre el espectador y Blanche, intensifica todavía más el sentimiento de intimidad y de amor protector expresado en el cuadro.

Berthe Morisot expuso "La cuna" con motivo de la exposición expresionista de 1874 y fue, por tanto, la primera mujer en exponer con el grupo. El cuadro apenas tuvo repercusión. Tras haber intentado venderlo sin éxito, la pintora no lo mostró más y permaneció en la familia de Blanche hasta su adquisición por el Museo del Louvre, en 1930.

Berthe Morisot, que moriría a los 54 años por problemas respiratorios tras una gripe, ha cautivado mi corazón artístico. Mientras, a la salida del museo, contagiado por su melancolía, me enfrenté al cielo gris de París, el cual se iba deshaciendo en lluvia y granizo que, a impulsos de las ráfagas de viento, trazaba líneas oblicuas en el aire. Y, en mi interior, dije: ¡Hasta siempre, Berthe!

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