Tal vez conceder muchas licencias urbanísticas sea bueno. Si así lo cree la mayoría habrá que aceptarlo, aunque seguramente lo ideal sería dar las licencias justas: las que cada concejo puede asumir; aquéllas que, en el futuro, no provocarán problemas de agua, de saneamiento, de infraestructuras... Quizá mejor que una nueva vivienda desocupada durante once meses al año sería buscar fórmulas para que las segundas residencias ya construidas se ocuparan más durante ese interminable invierno turístico, que por estos pagos se prolonga desde septiembre hasta julio. Estamos creando concejos fantasmas, prácticamente vacíos todo el año y colapsados en Semana Santa y en agosto. No sé hacia dónde vamos. Me gustaría pensar que los dirigentes políticos sí lo saben. ¿Lo saben?