El plan urbanístico de Llanes de 2003, tumbado por el Tribunal Supremo hace un año, preveía la construcción de 11.978 viviendas en suelos urbanos y urbanizables, una cifra a la que había que añadir las previstas en los núcleos urbanos. El crac de la construcción, sumida durante años en una vorágine insostenible alentada por la clase política (ésta y aquélla), dejó la fantasía en menos de la mitad. En los últimos diez años se concedieron en Llanes licencias para 4.331 viviendas de nueva planta y 794 reformas o ampliaciones. Pero, como apunta una de las personas consultadas ayer por este periódico, todo esto, lejos de propiciar una bajada en el precio de la vivienda, ha favorecido justo lo contrario. Promotores y bancos, en aquella locura de créditos sobre planos y tiro porque me toca, hicieron el agosto durante años, mientras que los llaniscos recibían las migajas, como bien señala otro de los consultados. La pregunta es sencilla: ¿hemos aprendido algo o volveremos a caer en los mismos errores?