Ayer fue un día triste para generaciones de estudiantes que tuvimos como profesor a don Diego Celso Somoano, ya que falleció en el Hospital del Comarcal del Oriente Francisco Grande Covián, en la villa de Arriondas, donde llevaba ingresado desde hacía escasas fechas. Contaba 89 años de edad y dejó una enorme estela en la ciudad de Cangas de Onís y, por supuesto, en todo el Principado de Asturias.

Recuerdo, como si fuese hoy mismo, mis primeros contactos con don Celso, como aún lo seguíamos llamando algunos de sus ex alumnos, cuando estudiaba tercer curso en las antiguas escuelas del Vázquez de Mella, a cuya aula se acercaba a darnos lecciones, siempre vestido de traje y corbata. Años más adelante, en el entonces Instituto Rey Pelayo, también me tocó en la materia de Historia, creo que en COU.

Persona sumamente educada, siempre con una sonrisa dibujada en su rostro, jamás lo escuché elevar el tono de voz para regañar a ningún alumno suyo. Había llegado a la ciudad de Cangas de Onís allá por el año 1943, tras ejercer como maestro en Viabaño (Parres). Natural del núcleo rural de Linares (Ribadesella), desde 1966 y hasta que se jubiló en 1987, su vida docente estuvo ligada a la cátedra de Geografía e Historia en el Instituto Rey Pelayo.

«Nunca hables mal de la gente», me aconsejó don Celso cuando me inicié en tareas informativas para La Nueva España y la «Hoja del Lunes». Un consejo que, pese a lo difícil de hacer periodismo en un pequeño municipio, traté de seguir a rajatabla y de la mejor manera posible. Es más, solventó muchas de las dudas que se me planteaban en mis comienzos y nunca me negó ayuda, dentro de sus posibilidades.

Fue nombrado cronista oficial de Cangas de Onís en 1991 y era miembro del Real Instituto de Estudios Asturianos (RIDEA) y también del Foro Jovellanos. Don Celso impartió innumerables conferencias y realizó diversos trabajos, entre los que destacan: «El obispo Sanz y Forés: el obispo de Covadonga», «La prensa de Cangas de Onís desde 1991», «Palacios, escudos y familias del concejo»; «Enterramientos en Covadonga», «La colección Soto Cortés de Labra» y «Estudio geográfico histórico de la cuenca del río Sella».

Asimismo, era hijo adoptivo de Cangas de Onís y el 6 de diciembre del año 2003 la entonces Corporación municipal canguesa, que presidía Alfredo García Álvarez (PSOE), compañero suyo en tareas educativas en el IES Rey Pelayo, puso el nombre de Celso Diego Somoano a una céntrica calle peatonal de la ciudad, como reconocimiento a toda una vida dedicada a la enseñanza, en un emotivo y sencillo acto que aglutinó a decenas de cangueses.

La última vez que coincidí con don Celso en un acto público, aunque casi todos los días nos veíamos por la calle, fue en el homenaje que se tributó en el Ayuntamiento de Cangas de Onís a María Belén del Valle Díaz, teniente fiscal de la Fiscalía del Principado de Asturias. Aquella jornada lo acompañé subiendo las empinadas escaleras de la Casa Consistorial hasta el salón de actos en el que se llevaría a cabo el nombramiento de la flamante hija predilecta del municipio.

El funeral por Celso Diego Somoano tendrá lugar hoy, viernes, 23 de marzo, a las doce del mediodía, en la iglesia parroquial de Santa María, en la ciudad de Cangas de Onís, y seguidamente será enterrado en el cementerio parroquial, en Cangues d'Arriba. La capilla ardiente del difunto, persona entrañable y respetada, se encuentra instalada en la sala n.º 2 del Tanatorio del Oriente, a las afueras de la que fuera primera capital del Reino de Asturias.

Descanse en Paz.