Traía en jaque durante los últimos meses a buena parte de los vecinos de la ciudad de Cangas de Onís, sobremanera a los que poseen gallinas o aves, aunque para otros ciudadanos ya era como una mascota urbana. Pero, esta mañana, el raposu "botijo", gentilicio éste como denominan a los cangueses de pura cepa, apareció muerto a orillas del río Güeña, afluente del Sella, a su paso por la vieja capital del Reino de Asturias.

De momento se desconocen las causas, pues, el depredador yace a pleno día en la susodicha ribera, cerca de la "zona azul" del popular barrio de El Censu, en pleno corazón de la ciudad de Cangas de Onís. El incidente ha corrido como un reguero de pólvora por la antigua Cánicas ya que, pese a hurgar en los basureros de los diversos barrios de la urbe o atacar gallinas y gatos, había levantado simpatías entre algunos vecinos.