Nueve voladores, la montera picona sobre el féretro, gaitas y tambores sirvieron ayer por la tarde para despedir a Juan Antonio Caldevilla, “Toni”, en la iglesia parroquial de Arriondas.

La noticia del fallecimiento el pasado martes del que fuera presidente de la Sociedad La Peruyal-El Bollu durante tres décadas dejó conmocionada a la capital parraguesa. Los voladores tirados a la entrada y a la salida de la iglesia fueron nueve, como símbolo de los que se tiran, uno cada día, los nueve días previos a la fiesta del Bollu, la fiesta por la que el fallecido se desvivió.

La banda de gaitas de Corvera, fuera de la iglesia, y los músicos Sergio Vázquez y Adrián Bagega dentro, pusieron las notas musicales en la ceremonia religiosa de su despedida. Varios alcaldes y concejales de la zona acudieron al funeral del emblemático y querido presidente de La Peruyal al que “todos vamos a echar mucho de menos”, según comentaban los asistentes.

El párroco de Arriondas, Amaro Balbín, destacó que a pesar de las dificultades por las que pasó Juan Antonio Caldevilla, como “la enfermedad o la pérdida de un hijo, él nunca perdió el tesón de vivir por los suyos y por La Peruyal”.

Los vecinos de Toni Caldevilla hicieron llegar a su viuda, Julia, a su hija María del Mar, a sus nietos y al resto de la familia el dolor por la pérdida de una persona muy querida dentro y fuera de Arriondas.

Después del funeral, el féretro con el cuerpo sin vida de Juan Antonio Caldevilla fue trasladado al cementerio de la localidad de Pendás, de la que era natural, donde fue inhumado.

Durante el velatorio, la bandera de La Peruyal, sociedad a la que dedicó gran parte de su vida, cubrió el féretro de Toni, quien permanecerá unido para siempre a la historia de las reconocidas fiestas del Bollu y a la capital parraguesa.