Así fue la última hazaña asturiana en el Urriellu: "Me hubiera quedado allí arriba para siempre"

El ovetense Joaquín Álvarez Sánchez se convierte en el primer escalador de la región que conquista el Picu en invierno por la vía Pidal-Cainejo:

VIDEO: Las espectaculares imágenes de la última hazaña asturiana en el Urriellu

LNE

Ramón Díaz

Ramón Díaz

¿Qué se siente en la cumbre del Urriellu, después de haber protagonizado una aventura única y en soledad? "Una serenidad absoluta, me hubiera quedado allí para siempre, contemplando la inmensidad de los Picos de Europa". El guía de montaña Joaquín Álvarez, "Xuacu", ha protagonizado la primera invernal asturiana de la historia en solitario al Urriellu por la vía Pidal-Cainejo. Ha sido una experiencia no programada, pues la idea inicial era escalar junto a otros dos alpinistas, pero asuntos personales de última hora lo dejaron "compuesto y sin compis". "Como siempre, lo más difícil fue tomar la decisión", señaló el escalador, porque ascender en solitario es "muy diferente" a hacerlo en compañía, repartiendo pesos, esfuerzos y responsabilidad.

Aunque se le pasó por la cabeza en algún momento dar la vuelta, decidió finalmente conquistar el Picu solo por la clásica Pidal-Cainejo porque había unas "condiciones excepcionales", buen tiempo y poca nieve para esta época del año: "El canal de hielo de salida estaba perfecto, helado y vertical, pero seguro". "Es la única vía directa a la cumbre y escalar esa canal de hielo era un sueño". Así que decidió cumplirlo, seguir con el plan.

Aunque el ovetense es un alpinista curtido, la ascensión no fue fácil. En febrero, en la cara norte del Urriellu la temperatura es mucho más baja que en el resto de la monumental mole caliza, no da el sol. Las manos se quedan rígidas al quitar los guantes, pero el mayor problema son los pies, porque con el frío pierden toda sensibilidad. Es lo que en el argot montañero se conoce como "pies de madera", una sensación muy incómoda simplemente para caminar, mucho más para escalar: "Parece que vas a resbalar, genera inseguridad y miedo, pero hay que pelear contra esos fantasmas".

Uno de los "problemas" del Picu es que son todo canalizos en los que resulta difícil protegerse. El hielo muy delgado y muy frío es quebradizo y estalla al clavar el piolet , volviendo el avance muy peligroso. El peso de la mochila condiciona: dentro lleva las botas, los crampones, dos piolets y una cuerda de algo más de ochenta metros, y, aunque la arrastra desplegada, tira fuertemente hacia abajo.

Xuacu Álvarez, en la canal de hielo que conduce a la cumbre del Picu.

Xuacu Álvarez, en la canal de hielo que conduce a la cumbre del Picu. / Ramón Díaz

¡La escasez de nieve perjudica la ascensión, porque no se puede atravesar la sección con los crampones y los piolets: con tan poco espesor la nieve puede romper y hay riesgo de caída. Justo eso estaba pensando Xuacu Álvarez cuando la nieve se "rompió" bajo sus pies. Por suerte, es precavido y está bien agarrado con las manos. Pero se ve obligado a volver atrás. Piensa incluso en abandonar, volver a un lugar seguro y disfrutar la jornada en la montaña sin presión, pero la duda dura solo un momento. "Quiero estar aquí, así que para arriba", se dice a sí mismo. "Para un escalador experimentado, una vez en harina el resto es trabajo, oficio. Sabes que todo rueda", comenta.

Ata la mochila al extremo de la cuerda, deshace la reunión y, sin asegurar, comienza a escalar por lo desconocido, hasta un cordino en un puente de roca, al que se ancla, antes de izar la mochila. Salvado el primer escollo, ve una canal que hace muchos años que tiene ganas de recorrer, frente a la reunión superior del largo de La Llambralina. Nunca se atrevió a hacerla en verano por la mucha piedra suelta y el riesgo a herir a alguien que esté por debajo. Al no haber nadie, era el día perfecto para indagar. Siempre ha creído que es la vía por la que subieron Gregorio Pérez, "El Cainejo", y Pedro Pidal, marqués de Villaviciosa, en su primera ascensión, en 1904.

Supera esa zona sin mayores obstáculos y llega a un punto que ya conoce como la palma de su mano. "Conozco cada presa, cada clavo, cada cordino, cada fisura donde proteger", dejó escrito en su blog tras la ascensión. No sin toparse con más problemas a causa del hielo, la nieve y el frío, Xuacu Álvarez, de 40 años, disfruta incluso de un vertiginoso rapel y ve por fin la canal de hielo que, "como una escalera hacia el cielo", lo conduce directamente a la cumbre del Urriellu.

JoaquóinnÁlvarez en la cumbre del Picu tras la solitaria Pidal-Cainejo.

Joaquín Álvarez en la cumbre del Picu tras la solitaria Pidal-Cainejo. / J.

¿Qué se siente al llegar arriba? Lo dicho: "Una serenidad absoluta. Se agradece uno a sí mismo el haberse dado la oportunidad de vivir esa escalada". En su blog expuso sus sensaciones en ese momento: "Totalmente solo, contemplo la inmensidad mineral de los Picos de Europa mientras me dejo embriagar por una mezcla rancia de cansancio y emoción. Sentado donde un día estuvo la Virgen de las Nieves, vienen a hacerme compañía dos chovas piquigualdas, con las que compartiré una pequeña parte de mi merienda".

Se habría quedado en la cumbre mucho más tiempo, "para siempre": "No quiero bajar, no quiero que se termine esta realidad mágica elevada al cubo de las más intensas emociones". Pero el sol ya se oculta, vuelve el frío y hay que regresar a casa. Criado entre alpinistas (es sobrino del histórico del montañismo español "Tito" Claudio), Xuacu Álvarez, es un apasionado de la montaña. Escala desde crío y es guía de alta montaña y especialista en el Naranjo de Bulnes. "Esta es una afición que absorbe, aunque no es para todo el mundo", destaca.

"En Asturias no somos conscientes de que tenemos un terreno de alta montaña envidiable. Es el sueño de cualquier alpinista. Nos envidian fuera lo cerca que están estas montañas de la puerta de casa. Puedes vivir una aventura como esta y estar en casa de madrugada", comenta. ¿Próximo reto? Quizá la Patagonia argentina. Ya veremos.

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