E. VÉLEZ

Hace miles de años, cuando el hombre juntó dos imanes por primera vez, pensó que se trataba de una manifestación divina. La atracción magnética ha estado bajo la lupa del ser humano desde entonces y, con el paso del tiempo, ha llegado a estar presente en la vida cotidiana gracias a la intervención de la comunidad científica. Uno de sus miembros, el catedrático de Magnetismo de la Materia de la Universidad Complutense de Madrid, Antonio Hernando Grande, lo dejó claro ayer en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA, en la conferencia «Desde el remoto atractivo de los imanes a la biomedicina actual: una apasionante historia de física». La charla inauguró el ciclo de actividades de divulgación científica y tecnológica organizado por la Facultad de Química y la Real Academia de Ciencias de este año.

«La primera pregunta que suele hacerme todo el mundo es para qué sirve el magnetismo. Yo les digo que la pregunta correcta es para qué no sirve». De esta manera, Hernando Grande se metió al público en el bolsillo y explicó, de manera clara y concisa, las múltiples aplicaciones de su materia. Las técnicas más novedosas de diagnosis médica, como las resonancias y las magneto- encefalografías forman parte de los usos de los imanes. El transporte de energía, el almacenamiento de información y el desarrollo de las comunicaciones también están directamente relacionados. «El magnetismo está detrás de casi todos los descubrimientos científicos», remató el especialista, que comentó con detalle el desarrollo del magnetismo a lo largo de la Historia.

Como dato curioso, Hernando Grande señaló que la teoría del magnetismo y sus reglas fue elaborada en un marco temporal reducido, entre 1806 y 1873. «El punto de partida tuvo lugar más doscientos años antes, cuando el médico de la reina Isabel William Gilbert escribió en 1600 un libro que recopilaba todos los fenómenos magnéticos observados hasta el momento. Después se hizo el silencio y, en apenas setenta años el hombre lo comprendió todo».

La aportación científica más importante fue la de James Clerk Maxwell, que con cuatro ecuaciones logró describir por completo los fenómenos electromagnéticos.

Según Hernando Grande, el trabajo de Maxwell fue posible gracias a las largas horas de estudio y ensayo de sus colegas Coulomb, Gauss, Ampere, y Faraday entre otros. «Introdujo los conceptos de campo y corriente de desplazamiento, y unificó los campos eléctricos y magnéticos en un solo concepto; el campo electromagnético», comentó el catedrático de la Universidad Complutense.

De vuelta al terreno práctico. Hernando Grande enseñó al público un disco duro para ejemplificar la capacidad de almacenamiento de los imanes. «Este objeto no es ni más ni menos que un conjunto de millones de imanes que nos hacen la vida más fácil», explicó.

La radio, la televisión, los teléfonos móviles o, simplemente, la luz formaron parte de la extensa lista de aplicaciones del magnetismo que el científico expuso al numeroso público que asistió a su conferencia.

El decano de la Facultad de Química, José Manuel Fernández Colinas, que acompañó a Hernando Grande durante la charla del Club Prensa Asturiana, aprovechó la ocasión para denunciar los recortes económicos que sufre la investigación científica española. «La situación empieza a ser dramática. La sociedad experimentará un retroceso y los jóvenes formados en nuestro país no llegarán a investigar aquí. Habrá una fuga de cerebros», clamó el decano, que reclamó la puesta en marcha inmediata del plan de investigación y ciencia del Principado.

El ciclo de conferencias de divulgación científica y tecnológica de la Facultad de Química y la Real Academia de la Ciencia ofrece un completo programa para los próximos meses. «Nuestra intención es acercar el conocimiento científico a toda la sociedad, con independencia de su formación, y hacer que los contenidos sean atractivos y de alta calidad», comentó Fernández Colinas. Las próximas charlas divulgativas versarán sobre el átomo, la quimioterapia, el tratamiento del agua, las moléculas de la visión, y los fenómenos atmosféricos extremos, entre otros.