A Paula Livian y a sus siete compañeras en una peluquería ubicada en el número 56 de la calle Uría el incendio del jueves les sorprendió lavando cabezas, poniendo mechas y tinte a media docena de clientas. "Empezó siendo una bobada, olía un poco a humo y parecía que había niebla... Unos policías vinieron a buscarnos y salimos", explica.
Los trabajos a las clientas estaban a medias, y las peluqueras, de repente, se vieron en la calle con mujeres con la cabeza mojada, con tinte sin aclarar y con papel de plata para las mechas. Decidieron continuar fieles a su lema de ofrecer un servicio de calidad a sus clientela y contrataron taxis para trasladarlas a todas a los otros dos salones de belleza que su cadena tiene en Oviedo.
"Al principio pensamos que iba a ser poca cosa, pero como veíamos que iba a más, lo que hicimos fue a llevar a nuestras clientas en taxis para atenderlas en otros centros. Yo, como responsable me quedé aquí", explica Paula Livian.
La peluquera presenció durante las horas siguientes cómo avanzaba el incendio, las labores de extinción y el trágico desenlace con la muerte de un bombero. "Se quedaron sin agua, y cuando falló el suministro la cosa se desbordó. Es lo que hemos visto todos. El incendio fue a más y era una cosa que no se podía parar, pasamos mucho miedo", explica Paula Livian. "Es un día que tardaremos mucho en olvidar", señaló, tras lamentar que en el incendio haya perdido la vida una persona.
Las trabajadoras de la peluquería, compañeras de Livian, volvieron ayer a la calle Uría para comprobar el estado de las cosas y se fundieron en un abrazo. Solo queda esperar. "Entiendo que nosotros no tenemos que ser informados pero nos preocupa que no podamos volver en un tiempo. Somos desconocedoras de lo que va a pasar", dice Livian.
