Isabel Sánchez (Oviedo, 1983) es una de esas jóvenes muy preparadas que decidieron marcharse al extranjero buscando un futuro, porque quedarse en Asturias, su tierra natal, "no era una opción", afirma. Pero volver a casa siempre está en su cabeza, aunque lleve cinco años viviendo en Nueva York y haya conseguido el sueño americano: triunfar en su profesión. Hasta el punto de que el próximo 2 de mayo presentará con el estudio en el que trabaja, Dot Dash, un proyecto de moda y tecnología en el Metropolitan Museum (MET), en una gala a la que están invitadas todas las "celebrities". "Es un trabajo increíble. Junta procesos textiles antiguos con los más innovadores. Hay vestidos de Chanel de los años 30 bordados a mano y otros realizados en 3D".

Esta joven arquitecta llegó a la Gran Manzana para estudiar un máster en Iluminación en la prestigiosa escuela Parsons, y ayer, a través de una videoconferencia, explicó algunos de sus conocimientos y proyectos a los alumnos de la Escuela de Arte de Oviedo, en la sesión de clausura de la IV edición de las Jornadas de Diseño de Interiores. "La luz en la arquitectura es como el maquillaje en un rostro. Acentuamos las virtudes y ocultamos los defectos", aseguró. Sánchez insistió en recordar a los alumnos que la iluminación es "fundamental en nuestro día a día, y tenemos un gran desconocimiento sobre ella. Es algo primario para el ser humano, controla nuestro ciclo circadiano. Y hay un concepto universal de la luz que une todas las culturas, desde la luz en un día nublado, la de una vela, hasta el miedo por su ausencia, la oscuridad. Además, produce cambios de humor y hasta dolor de cabeza. Es muy poderosa".

Considera que no existe el espacio perfecto, pero que para acertar "hay que tener en cuenta la funcionalidad y la repercusión emocional que tiene para el que lo habita". Y la luz, es la aliada perfecta.