Después de una semana de incertidumbre y desesperación, la familia de Alberto Jurado, el joven de 31 años desaparecido el pasado martes en Oviedo, respira tranquila. En la medianoche de ayer, la Policía Nacional localizó a este vecino del Antiguo en unas obras de la calle Maestro don Marciano, en el barrio de La Corredoria, completamente desorientado. Fue trasladado al Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), en donde se le realizaron diferentes pruebas, y ya se encuentra en su domicilio. "Está bien, descansando y recuperándose en casa", explicó ayer una amiga íntima de Jurado. "No nos lo creemos, desde que nos llamaron ayer de madrugada no se nos borra la sonrisa de la cara. Su novia y su madre por fin pueden descansar", añadió.

Tras una semana de intensa búsqueda, tanto por parte de la Policía como por amigos y familiares de Alberto Jurado, y de pistas que lo situaban en diferentes partes de la ciudad, incluso en la zona de Pola de Siero, fue la llamada de un viandante al 091 la que hizo posible que Jurado esté ya en su casa. "El viandante explicó que había visto algo raro en unas obras cercanas al polideportivo de la Corredoria, y enviamos una patrulla sobre las 12 de la noche", afirmaron fuentes de la Policía Nacional. Al llegar, los agentes comprobaron que se trataba del joven desaparecido. "Estaba completamente desorientado. Avisamos a la ambulancia y fue trasladado al HUCA para que le realizaran las pruebas oportunas", indicaron fuentes policiales.

Todavía se desconocen las causas de la desaparición de Alberto Jurado. El joven salió de su casa, situada en el Antiguo, el pasado martes 26 de julio, sobre las 7 de la mañana. Se despidió de su novia indicándole su intención de ir a dar un paseo por la montaña, sin especificar el lugar exacto. Con el paso de las horas, sus allegados empezaron a ponerse nerviosos y comunicaron la situación a la Policía, que puso en marcha una investigación y activó el protocolo correspondiente. A la vez, su familia y amigos iniciaron una búsqueda alternativa por el Naranco, Pumarín, donde reside su madre, Colloto y Lugones, siguiendo las pistas aisladas que les iban llegando.