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Pieles y pelis

Los Balcázar, dueños de la gran peletería que se anunciaba para la Ópera, producían películas de vaqueros a pocos kilómetros de Barcelona

La ópera de Oviedo era la gran ocasión para lucir las pieles que tenían las mujeres de la burguesía ovetense y por eso Casa Balcázar era un anunciante clásico en los porfolios de fiestas de la SOF en los años sesenta. Casa Balcázar estaba en la calle Uría 68 y tenía fama de ser de las mejores peleterías de España.

Era una sociedad que había fundado en 1902 Enrique Balcázar Sevilla, en Barcelona. Enrique Balcázar, nacido en Valladolid, en 1882, uno de los 19 hijos de un ferroviario, empezó comprando pieles de conejo en las estaciones de ferrocarril y es recordado como un genio de los negocios. Se casó con una asturiana de La Felguera, Ángeles Granda, que había sido compañera de colegio de Carmen Polo de Franco y tenía parentesco con Luis Cueto-Felgueroso Granda, último alcalde del franquismo en Gijón.

Balcázar fue maestro de peleteros asturianos como Ramón Noguera, ovetense con negocio en Gijón, y Carolina Moncar, instalada en la calle de Los Moros. Entró por Asturias abriendo peletería en Gijón pero en los años cuarenta la trasladó a Oviedo, a la calle Uría del gran comercio ovetense, y puso a José Estrada a su cargo.

Aunque sabía cortar pieles, sus habilidades iban mucho más allá y encontraban su mejor asiento en la publicidad y la mercadotecnia. Comprador de pieles a la Unión Soviética durante la Segunda República Española se anunciaba como representante del soviet supremo, lo que le obligó a pasar algunos días de encierro al final de la guerra civil y explicar la diferencia entre publicidad y verdad.

En la larga posguerra española el estado de necesidad también regía sobre el negocio del lujo y la peletería estaba llena de sucedáneos como la "Fokina", pieles de cordero que imitaban la de foca, o el "Visonet", que quería acercarse el visón en versión horrible. Se vendían el Moutón Doré, a partir de la oveja merina, y era muy apreciado el astracán, piel de cordero recién nacido. Como parte de la picaresca autárquica, raposos, garduñas y jinetas acabaron en prendas de piel fina.

En los años sesenta, época del anuncio de la fotografía, dirigía el negocio de Oviedo Fernando Ballester, recordado por su buena educación, padre de Marisa y Pascual Ballester, peleteros hasta hace muy pocos años en la ciudad. Entonces la peletería española ya se había abierto al mundo merced al plan de estabilización de 1959 y comprar un visón era posible, aunque venderlo era casi imposible, por su precio.

Por entonces, los Balcázar eran productores de películas, un negocio en el que habían entrado en 1950 con "Catalina de Inglaterra", dirigida por Arturo Ruiz Castillo, cine historicón sobre la hija pequeña de los Reyes Católicos. Los premios del sindicato les permitían acceder a licencias de importación. Entraron por iniciativa de Alfonso, uno de los ocho hijos de Enrique, que sería además escritor y director de películas con una trayectoria que empieza con comedias a la italiana, sigue con spaghetti western, y va caldeándose hacia el erotismo para acabar en el softporno. Una carrera paralela a la de su hermano Jaime Jesús.

En 1964, cuando se anunciaban en la revista de la SOF para la ópera de Oviedo, abrieron los estudios Balcázar en Esplugas de Llobregat, en un polígono industrial "Montesa" (por la marca de motos), cerca de Barcelona, y en unos terrenos cercanos levantaron un pueblo del Oeste para rodar exteriores. Esplugas City, tenía saloon, banco y oficina del sheriff. Con vaqueros italianos, españoles y alemanes y con indios gitanos, rodaron allí "Pistoleros de Arizona", "Oklahoma John" y "Sangre sobre Texas", por citar tres títulos olvidables. Sus estrellas de cine, nacionales e internacionales, se hospedaban en el Hotel Cristal, propiedad de Balcázar, en la calle Diputación de Barcelona.

Los intereses económicos de Balcázar iban mucho más allá de las pieles. En el sector lácteo su nombre aparece en las empresas Rilsa, MG y Granja Asturias, según cuentan Rafael de España y Salvador Juan i Babot en "Balcázar Producciones cinematográficas. Más allá de Esplugas city"

Con pieles o con películas, los Balcázar trabajaron para el teatro Campoamor, entonces cine, fuera al servicio de las mujeres que gustaban de cubrirse con pedazos de animal muerto para oír cantar en italiano, fuera para espectadores de gabardina y gustos más sencillos.

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