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Un desalojo de película en el Alfonso II

Bomberos, Policía Local y Protección Civil evacuan en 5 minutos a los 700 chicos del Instituto y rescatan a dos heridos durante un simulacro de derrumbe del techo

Simulacro en el Instituto Alfonso II de Oviedo

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"Madre mía, pero ¿qué ha pasado aquí?". Hacia las 13.15 horas esa era la pregunta más repetida en la calle Pérez de la Sala, frente a un lateral del Instituto de Secundaria Alfonso II. Allí había aparcados dos vehículos de Bomberos de Oviedo, dos patrullas de la Policía Local, un coche de Protección Civil, una ambulancia y una UVI móvil. En el murete del centro educativo se arremolinaban un montón de personas entre las que estaban, con gesto serio, el concejal de Seguridad Ciudadana, Ricardo Fernández; el jefe de Bomberos, José Manuel Torres; o el coordinador de Protección Civil, Gonzalo Míguez. Todo apuntaba a que había ocurrido una desgracia, pero en realidad era un simulacro de derrumbe parcial del techo del inmueble.

La operación forma parte de la Semana de la Prevención de Incendios que finaliza mañana en la ciudad con actividades lúdico-educativas para niños en el Campo San Francisco, con el objetivo de concienciar a la sociedad de la importancia de conocer el protocolo en situaciones de emergencia. Así, los 700 alumnos del Alfonso II recibieron nociones previas sobre cómo salir del Instituto sin perder la calma. El desalojo duró algo menos de cinco minutos y los chavales se fueron directos al llamado "punto de encuentro" en el patio mientras dos compañeros suyos interpretaban otro papel: El de víctimas.

Lucas Cepeda e Inés Vázquez, de primero de la ESO, estaban supuestamente atrapados bajo los escombros. Los dos salieron en camilla y asustaron a los curiosos por el realismo de sus heridas. Él parecía haber perdido un antebrazo. Llevaba una venda ensangrentada y simulaba estar inconsciente. Minutos antes, contó en el despacho del director que le habían elegido por sorteo para hacer de herido. "A todos nos hubiera gustado hacer de víctimas y al final salió mi nombre. A ver si lo hago bien". La misma suerte tuvo ella, que salió en volandas con policontusiones, el collarín puesto y los ojos muy abiertos. En realidad, las ambulancias les llevaron a la vuelta de la esquina.

Entre el público que fue expresamente a ver el simulacro, es decir, que no le pilló por sorpresa, había representantes del Instituto de Noreña, interesados en organizar un dispositivo similar en su centro. Tomaron nota de todo, hasta cuando un grupo de bomberos salió de un furgón especial para operaciones de apuntalamientos cargado de maderas y vigas para estabilizar la estructura y el segundo vehículo, el de excarcelación, regresaba a la base.

En total, el simulacro no llegó a la media hora y salió redondo. Sólo faltó una ovación.

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