Ante el anuncio de la vuelta de los conciertos a San Lázaro, más de uno en el vecindario se ha echado a temblar. El motivo, los malos recuerdos que la programación de San Mateo trae a la cabeza a los habitantes de Pedro Masaveu. La situación de las pistas de atletismo donde se acostumbraba a realizar los recitales y donde ahora volverán según la decisión del concejal de Cultura, Roberto Sánchez Ramos, era ideal para amplificar un volumen ya de por sí amplificado, que en función de la intensidad del género musical y de las características de la sesión acaba convirtiéndose en una "tortura" para los vecinos.
En sentido literal, así describía Pedro Prado del Valle, un vecino del barrio, la situación que había vivido en 2005 en una de las noches rap y techno que entonces se programaban: "Son las cinco cuarenta y cinco de la madrugada del día 10 de septiembre", escribía aquel vecino en una carta al director publicada en este periódico. "Campo deportivo en las instalaciones de San Lázaro. Desde las veintidós horas del día anterior, un ruido absolutamente atronador. Imposible conciliar el mínimo sueño y reposo. Ocho horas seguidas de un sonido amplificado hasta lo indecible, metálico, uniforme, ensordecedor. Los más elementales derechos de los ciudadanos han sido violentados impunemente. Miles de vecinos, habitantes de la zona, han sido materialmente torturados en contra de su voluntad...! ¡Y la fiesta continúa!".
La queja de Pedro Prado no es la única que figura en la hemeroteca de aquellos años. Las programaciones siguieron y cuando se anunció la de 2007, que fue la última, los vecinos volvieron a echarse a temblar. Silvia García Cabezas describía así la situación en otra carta en septiembre de 2007: "Después de las protestas del año anterior y de las promesas por parte de Cultura de buscar un lugar más adecuado, no sólo regresan los conciertos al complejo deportivo de San Lázaro, sino que se mantiene la Noche Pop-Rock y la Noche Hip Hop. ¿Cómo nos sentimos los vecinos afectados? Agredidos. [...] Agredidos por nuestro propio Ayuntamiento, que primero nos miente y luego hace uso de nuestro dinero abriendo una macrodiscoteca gratuita al aire libre durante noches enteras en la puerta de nuestra casa, sin importar que al día siguiente mi hijo tenga colegio y yo trabaje".
Ese año se prometió que no habría conciertos más allá de las tres y media de la madrugada. Las protestas vecinales siguieron. Al año siguiente ya no hubo más en las pistas.
