La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Una capital apuntalada por la historia

Desde la Edad Media hasta el fin del Antiguo Régimen, Oviedo fue, sin discusiones, el centro administrativo, político y religioso de Asturias | En la Junta General el concejo ocupaba el primer puesto, correspondiente a "La Ciudad", y en segundo lugar se situaba Avilés

Grabado coloreado de Oviedo del siglo XIX.

Si la ley es la costumbre, Oviedo no necesitaría más que mirarse en una historia que supera los 1.200 años para reclamar una norma de capitalidad, como reclaman, desde posiciones ideológicas distintas, Somos Oviedo y el Partido Popular. Desde que Alfonso II instaló aquí la capital del Reino de Asturias hasta que la división territorial en provincias de Javier de Burgos certificó el fin del Antiguo Régimen en 1833, Oviedo ha funcionado como capital administrativa, política, religiosa e incluso económica, y las instituciones principales, representantes del poder central, han tenido en Oviedo sus sedes. Sin discusiones aunque, también, sin especiales privilegios.

"La capitalidad de Oviedo en la Baja Edad media se consideraba una herencia de los siglos anteriores", explica la medievalista María Álvarez. A finales de la Edad Media Oviedo ya tenía su Junta General, el obispado y el corregidor (el representante de los Reyes). Todo el poder político se centralizaba en Oviedo.

A la hora de hablar de esta capitalidad histórica, cita María Álvarez al profesor Juan Uría, que analizó estas cuestiones y vio en la esencia capitalina de Oviedo una suma de muchos factores: la propia ubicación geográfica en el centro de la región que facilitaba toda la red de caminerías, sumada la importancia del Camino de Santiago o su condición de "urbs regia" desde Alfonso II.

Sin meterse en las discusiones de lo que había antes de ser capital del reino, Álvarez razona que "de lo que debió de encontrar Alfonso II en Oviedo a lo que dejó (en Cangas de Onís) tuvo que haber un cambio significativo". Y un heredero de aquel monarca, como fue Alfonso III el Magno, pasó de hecho a ser conocido como "el rey urbanizador", porque "todavía amplía más esa pequeña capital del reino".

Todos los documentos de estos siglos señalan a Oviedo, sin ninguna duda, como cabeza del Principado, desde el punto de vista político, regional o religioso, cubriendo la Diócesis de Oviedo un territorio, por otra parte, superior al del Principado.

E incluso Oviedo también figura en la Edad Media como centro de poder económico. Así se deduce del hecho de que las ordenanzas de mercado mas antiguas que se conservan para todo León y Castilla son las de Oviedo. Son las ordenanzas de 1245, y este tipo de regulación suponía un grado más en autonomía administrativa que los monarcas concedían a determinadas ciudades.

Oviedo también era el lugar al que llegaban las noticias del Reino y desde aquí se extendían al resto del territorio del Principado, y también era Oviedo capital en lo tocante a la red hospitalaria, cuando en tiempos de Isabel La Católica manda centralizar hospitales y elige, en el caso de Asturias, el de San Juan, en Oviedo.

Oviedo era, de hecho "La ciudad". Así se le nombraba en las reuniones de la Junta General, el máximo órgano de representación que se reunió siempre en Oviedo, en la sala capitular de la Catedral. Las excepciones, en tiempos de peste, fueron, curiosamente, para salvaguardar a la ciudad de la epidemia, decidiéndose a principios del siglo XVI celebrar alguna reunión en Avilés por ser "el segundo núcleo urbano" de Asturias.

Las reuniones de la Junta, que se podían celebrar cada dos años, las presidía el corregidor, y en segundo lugar de importancia, el primero sentado a su derecha era "La Ciudad", el segundo puesto para Avilés y después los restantes concejos. En la Junta, además, en el Antiguo Régimen, Oviedo tenía un privilegio por encima de los otros concejos. Cuando en estas reuniones salía algún asunto urgente, no previsto con anterioridad, los procuradores de Oviedo eran los únicos que podían exigir paralizar la reunión, acudir al Ayuntamiento para analizar lo que tenían que votar y regresar a la Junta.

El corregidor, que era el representante del Rey, gobernador, juez supremo y que también tenía el poder militar, residía en Oviedo en el siglo XVII. La historiadora Yayoi Kawamura ha estudiado cómo tras la construcción de la primera parte del edificio consistorial, el bloque que va desde Cimadevilla a la calle del Peso, en 1630, se edifica un poco más tarde, en 1645, la vivienda de los corregidores, en un lugar que sería el que hoy ocupa, aproximadamente, la sala de prensa municipal. El corregidor, apunta, "incluso utilizaba el resto del Ayuntamiento como su fuera su casa". A partir de 1717, con el paso de la figura del corregidor a la del regente, el despacho de la nueva autoridad política y judicial también se instala en Cimadevilla. Y no muy lejos, añade Yayoi, en la plaza Porlier, en un antiguo castillo, estaba "la cárcel del Principado de Asturias".

En la reforma de 1833, Oviedo mantiene su capitalidad y pasa a nombrar la provincia, desapareciendo el Principado de Asturias, como sucede con el resto de España salvo las excepciones de las tres provincias vascas y Pamplona, a las que se permitió conservar su denominación histórica.

Compartir el artículo

stats