Su gran amigo Evaristo Arce estuvo cerca de él en estos últimos meses y vio venir los problemas de salud cuando Rubén empezó a perder el apetito y a bajar peso. De todas formas, aclaraba ayer Arce, "nunca perdió el humor, ni el bueno ni el malo y mantuvo hasta el final su espíritu crítico que todo lo analizaba, lo cual es fatal para un enfermo ingresado en un hospital". Todos sus amigos destacaban ayer los muchos intereses de Rubén Suárez, que cultivó casi las grandes aficiones artísticas, muy en especial la literatura.

En su faceta como crítico de arte, el director del Museo de Bellas Artes de Asturias, Alfonso Palacio lamentaba ayer "la gran pérdida" que supone "para la crítica de arte que llevaba haciendo con gran profesionalidad desde hace décadas". "De él cabe destacar", añadía Palacio, "su fina sensibilidad, a la hora de analizar y explicar mediante sus textos las diferentes corrientes cultivadas por nuestros artistas, así como para detectar y apoyar desde el principio lo que luego demostraron ser grandes trayectorias, como las de Kely o Herminio. Además, fue uno de los agentes más importantes que ha tenido el arte contemporáneo de nuestra región, contribuyendo a poner en pie múltiples iniciativas. Nunca dejó de trabajar".

El también crítico de arte Luis Feás lamentaba ayer la pérdida de "algo más que un amigo". "Recuerdo perfectamente que cuando publiqué mi primera crítica de arte y me llamó para darme la bienvenida al gremio, eso sólo lo hace alguien de su nobleza. Voy a echar de menos su bonhomía, sus ganas de disfrutar de la vida, sus estupendas anécdotas y sus portentosas dotes de narrador, con historias que ahora lamento no haber transcrito. Supo hacer del género de la crítica un arte necesario en busca de la excelencia, que pocos se plantean ya con su rigor. Será siempre modelo e inspiración".