Entrevista | Virginia Martínez Directora musical de la zarzuela «Pan y toros»

"La zarzuela es nuestro género y hay que defenderlo"

"La orquesta está al servicio de la escena y la escena está constantemente escuchando la música, en una comunión entre las dos"

Virginia Martínez.

Virginia Martínez. / Fernando Rodríguez

Elena Fernández-Pello

Elena Fernández-Pello

Titular de la Orquesta Sinfónica de la Región de Murcia y con una cátedra en Dirección de Orquesta en la Universidad murciana recién estrenada, Virginia Martínez se enfrenta a uno de los grandes títulos de Barbieri, "Pan y toros", en la dirección musical. La nueva producción del Teatro de la Zarzuela, dirigida por Juan Echanove, se estrena en el teatro Campoamor el jueves 23 de febrero y, con ella, comienza el XXX Festival de Teatro Lírico Español de Oviedo.

–¿Cómo afronta la dirección de "Pan y toros"? ¿La había dirigido antes?

–No, esta es la primera vez que dirijo "Pan y toros". He llegado a Oviedo con una larga historia de muchos años de cariño a esta tierra, a este teatro maravilloso, a la orquesta de la ciudad. Estoy encantadísima de volver a Oviedo. Siempre he dicho que es mi segunda tierra. Son casi veinte años viniendo a trabajar aquí, tanto con la OSPA (Orquesta Sinfónica del Principado) como con la Oviedo Filarmonía. He dirigido varias veces zarzuela en el teatro Campoamor y estoy encantada de volver, porque esta es una casa muy acogedora. Cuando una va viajando de lugar en lugar, llego aquí y tengo la sensación de llegar a casa y ponerme las zapatillas. Me siento muy querida, muy cuidada, hasta mimada diría yo.

–¿Qué tiene de singular el "Pan y toros" de Barbieri musicalmente?

–Es una obra muy mozartiana, tiene texturas muy clásicas, del siglo XVIII, unas armonías maravillosas. Yo destacaría los dos caracteres musicales de la obra, que se ajustan a lo que pasa en la escena. Por un lado, está la parte más folclórica, el torero, lo más popular, el arraigo, el flamenco, el baile, la fiesta... y por otro lado la parte más palaciega, con una música más ligera. Yo lo comparo con el tacón y la punta: para bailar la primera parte, la popular, necesitamos apoyar el talón, castañuelas y abanicos; la segunda parte requiere la música de la ligereza, esa especie de pantomima que parecen representar los que son parte del coro. Son caracteres musicales que atienden directamente a la naturaleza de los personajes. Eso es lo que intentamos como directores de una opera o de una zarzuela trasmitir al foso, esa coherencia entre la escena y la música.

–¿Asiste público joven a la zarzuela? ¿Y hay artistas jóvenes? ¿Sigue vigente el estereotipo tradicional de la zarzuela?

–El elenco que tenemos es jovencísimo, con un talento excepcional, así que... Eso de que la zarzuela está pensada para un público más experimentado, hoy en día no es una realidad. Depende de cada teatro y cada ciudad. Las escenografías con las que montamos hoy en día las obras están adaptadas a nuestro tiempo, en el escenario y en la forma de contarlo. Eso nos acerca más a la zarzuela, que es nuestro género y hay que defenderlo.

–Pero ha habido muchos prejuicios.

–Ha habido, desde luego, y todavía queda camino por hacer. Tenemos que poner en valor y amar más la zarzuela, pero hemos avanzado muchísimo. El género se ha adaptado al transcurso del tiempo y creo que esa es la clave para acercarla al público nuevo.

–¿Qué habilidades necesita un buen director de zarzuela?

–Flexibilidad. Estamos ante un género en el que entran en juego muchos aspectos, no solamente el foso, también está la escenografía y como directores nos tenemos que adaptar. También debemos tener en cuenta que los cantantes cuentan con el instrumento más frágil, que es la voz humana. Tenemos que estar siempre a disposición de los cantantes, de cómo respiran, cómo desarrollan una frase, el aire que tienen… Son tantos factores que, ante todo, tenemos que ser flexibles para adaptarnos a la situación del momento. Todo requiere de una preparación previa, indudablemente, y llevamos casi dos semanas ensayando, pero siempre tenemos que estar atentos al factor del momento, al directo ante el que tenemos que reaccionar con rapidez y flexibilidad.

–¿Las voces y la música tienen que apoyarse?

–Nos adaptamos, es un proceso adaptativo en ambas direcciones. Estamos por la labor de que todo salga bien y, por supuesto, que la orquesta está al servicio de la escena y la escena está continuamente escuchando la música. Es un proceso de comunión en ambas direcciones.

–¿Algún pasaje de "Pan y toros" que disfrute especialmente dirigiendo?

–Es una zarzuela que disfruto de principio a fin. Son dos horas y cuarto de música. En una zarzuela hay un motivo que se repite muchas veces, en esta siempre hay propuestas nuevas, de armonías y melodías. ¡Es una música tan bonita! Cada momento tiene algo especial. Es una zarzuela para disfrutarla de principio a fin, sin perderse ni un área, ni un dueto, ni una concertante, ni un coro... Es una maravilla.

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