La historia de Rafa García, el "segurata" de Oviedo que a sus 46 años quiere ser cura

"Recibí una primera llamada que fue cogiendo forma y ahora va llegando a buen puerto", indica el seminarista de 46 años, que este sábado protagonizó el rito de admisión en Prao Picón

Rafael García, tercero por la izquierda, posa junto al Arzobispo y varios religiosos y seminaristas justo antes del rito de admisión celebrado este sábado en el Seminario.

Rafael García, tercero por la izquierda, posa junto al Arzobispo y varios religiosos y seminaristas justo antes del rito de admisión celebrado este sábado en el Seminario. / LNE

Rafa García lo tiene muy claro: quiere ser cura. Este ovetense, vecino de La Corredoria, decidió hace cuatro años dar un giro a su vida. Después de muchos años trabajando como reponedor de supermercado y guardia de seguridad, entre otros oficios, se dio cuenta de que su destino estaba en la Iglesia. "Poco a poco Jesús te llama para esto", indicó en declaraciones a este diario cuando apenas llevaba unos meses en el Seminario. Ayer, García fue el único seminarista participante en el rito de admisión que tradicionalmente se celebra el 19 de marzo, día del Seminarista, pero en esta ocasión se adelantó a la víspera al caer la festividad de domingo, jornada de misas para las religiosos.

En una celebración presidida por el Arzobispo, Jesús Sanz Montes, en la que este comparó la vocación sacerdotal con "el flechazo que termina en la familia cristina", García dio un paso clave hacia una ordenación que aún tendrá que esperar, pues los seis seminaristas de entre 25 y 72 años que el próximo 28 de mayo, día de Pentecostés, serán ordenados suman unos siete años de formación en las instalaciones de Prao Picón.

La historia de Rafa es la de un ovetense que tuvo diferentes picos de fe a lo largo de su vida. Con 14 años se alejó de la Iglesia, pero tras décadas llevando una vida totalmente laica sentía que algo en su interior le empujaba a recuperar la senda de Cristo. Empezó a dejarse caer por la parroquia de San Juan Bautista de La Corredoria. Allí comenzó a colaborar con Cáritas parroquial reforzar su asistencia regular a las misas con las labores de catequista. "Me vino muy bien para mejorar, era una persona introvertida, pero aquí me di cuente de que Jesús es la verdad y un modo de llevar la vida", apunta.

Estos cambios de hábitos vinieron acompañados de la mirada a la vida desde otra perspectiva. "Antes creía que lo material era lo importante", reconocía al poco de incorporarse al Seminario. Este sábado certificó que su retorno a la Iglesia ha sido para quedarse de una manera intensa: convirtiéndose en sacerdote. "Recibí una primera llamada que fue cogiendo forma y ahora va llegando a buen puerto", declaró esta misma semana el "segurata" que decidió cambiar el unirme y la porra por la sotana y la fe. "Aquí soy muy feliz y estaré donde la Iglesia quiera que esté", admite el seminarista.