Industrias Doy culmina su inversión para recortar sus gases en Trubia

La nueva planta que Industrias Doy construyó en sus instalaciones de Trubia para el aprovechamiento energético y el tratamiento de los humos durante su proceso industrial ya está funcionando a pleno rendimiento. Las obras comenzaron en el verano de 2021 y supusieron una inversión de 13,5 millones de euros y han conseguido meterle un buen tijeretazo a las emisiones contaminantes de gases SOx, que se han recortado en un 70%; y a las de partículas sólidas, que han descendido un 86%. También se está aprovechando el excedente energético para transformarlo en suficiente energía eléctrica como para atender al consumo medio anual de 8.000 hogares, evitando así la emisión de 15.000 toneladas de CO2 a la atmósfera y generando un impacto positivo sobre el cambio climático similar al que produciría plantar 750.000 nuevos árboles.

Todos estos datos los divulgó ayer la Cámara de Comercio de Oviedo que tiene previsto celebrar hoy su comité ejecutivo en las instalaciones trubiecas de Industrias Doy aprovechando que esta compañía está de aniversario. Este año cumple 75 años de actividad como fabricante de coke, el material que se utiliza para alimentar, por ejemplo, los altos hornos que Arcelor tiene en Veriña. La compañía da empleo a 94 personas en unas instalaciones de 42.000 metros cuadrados asentadas en el barrio de Quintana, en Trubia. Produce anualmente unas 120.000 toneladas de coke que comercializa en su mayoría en los mercados extranjeros. Exporta el 75% de su producción. Sus clientes son compañías de los sectores de la fundición, el aislamiento térmico, el siderúrgico, el químico o el alimenticio. Y durante los últimos años, más en concreto desde 2002 cuando se incorpora al grupo empresarial familiar asturiano Roces, ha puesto en marcha un ambicioso plan de modernización y de renovación de su maquinaria. La empresa nació en 1948 gracias al espíritu emprendedor de Eudosia León (conocida como Doy) que tuvo la idea de transformar las hullas coquizables de las minas asturianas para obtener un producto con más valor añadido que pudiera ser usado por la, por aquel entonces, incipiente industria siderúrgica.