Manuel Busto | Compositor y director de «La Bella Otero»

"La Bella Otero era, en su época, como Marilyn Monroe o Michael Jackson"

"En el ballet queríamos plasmar con frescura y pluralidad la apasionante vida de este personaje, que fue una grandísima estrella"

Manuel Busto

Manuel Busto

Franco Torre

Franco Torre

Manuel Busto (Sevilla, 1987) es el compositor de "La Bella Otero", un proyecto de Ballet Nacional de España que se representa este viernes, 30 de junio, en el teatro Campoamor (20.00 horas). En la función, Busto dirigirá además a la orquesta Oviedo Filarmonía.

–¿Qué se encontrará el público que acuda a ver "La Bella Otero"?

–Es un gran ballet, con dramaturgia de Gregor Acuña-Pohl y coreografía de Rubén Olmo. Yo firmo la partitura y además soy el director. En la partitura incluyo temas de otros compositores actuales, he adoptado diferentes propuestas rítmicas y las he utilizado dentro de la propia partitura, lo que le da una frescura inusual. Como la propia vida de la Bella Otero.

–¿Cómo surge este proyecto?

–La idea parte de Rubén Olmo, de muchísimos años antes de formar parte del Ballet Nacional como director. Él se encontró con la figura, fue un descubrimiento. Quería llevarla al escenario, pero necesitaba un ballet de gran formato y una compañía lo suficientemente potente y de calidad para poder realizarlo. Cuando lo nombraron propuso el proyecto, esta propuesta con Acuña y conmigo.

–¿Qué les atrajo de la Bella Otero?

–Es una figura con una vida apasionante, una mujer que fue verdaderamente importante, que tuvo una gran influencia y trató a las principales personalidades del mundo, en la Belle Époque. Se sabe que tuvo relación con muchos reyes y con el zar. Llegó a conocer a Rasputín, al rey de Bélgica. Por supuesto, a Alfonso XIII: hay leyendas de que ella le desvirgó. Fue una grandísima estrella del Folies Bergère, también en Montecarlo, donde se arruinó. Era una artista deseada, todos estos hombres poderosos querían que les acompañase y la atraían con regalos muy muy costosos: se sabe que llegó a tener islas.

–¿Cómo llegó hasta ahí?

–Su biografía es impresionante. Nació en un pueblo de Pontevedra, Valga. Siendo muy joven, apenas una niña, casi adolescente, la violaron y la acusaron a ella. Huyó, parecer ser que con un grupo de artistas gitanos ambulantes. La siguiente noticia que tenemos es en Barcelona, donde presenció la ópera "Carmen" y se sabe que le causó tal impacto que se inventó una película: empezó decir que su madre se llamaba Carmen y que era una cigarrera andaluza. Perteneció a esa estirpe de falsas andaluzas que proliferó en la época. En Francia la descubrió un agente, que buscaba una nueva estrella y la encontró. Triunfó en Nueva York y de ahí, al estrellato absoluto. Pero su vida era una gran mentira.

–Eso es algo también muy asociado a las divas de aquella época, la biografía inventada.

–A mí me gusta comparar su caso con el de Marilyn Monroe, que también se inventó un personaje y llegó a tener influencia sobre personalidades muy importantes de su época. La fama de la Bella Otero era a nivel mundial, como artista era un Michael Jackson de su época: todo el mundo quería conocerla.

–Para llevar esa figura a escena se necesita una intérprete que gestione muchos registros, ¿no?

–Tiene una exigencia dentro y fuera del escenario, porque tiene unos cambios técnicos y de vestuario imposibles. Por eso es tan importante contar, como artista invitada, con Patricia Guerrero, que justo logró el Premio Nacional de Danza el año del estreno de "La Bella Otero". Ella nos dice: "Estoy más estresada cuando salgo de escena que bailando". Porque esta obra es una contrarreloj, con los cambios de vestuario y de estilo que tiene. Es como Fernando Alonso, cuando entra a boxes y todo el mundo se pone a trabajar en el coche.

–¿A qué se debe esa exigencia?

–Porque queríamos plasmar la pluralidad de la vida de ese personaje desde un punto de vista unitario, sin perder frescura, y mostrando cada uno de los lugares y las situaciones que vivió. Ya desde Valga, al inicio, cuando pongo sobre la mesa una especie de resumen de lo que será su vida: una muñeira en contraposición con un tiento flamenco. En una misma unidad, conseguir la singularidad como resultado de una grandísima pluralidad es una gran dificultad. Pero eso también propicia que el espectáculo, a nivel de público, funcione muy bien. A nivel de calidad artística no me atrevo a valorar, pero al público sí que ves que le llena de principio a fin, que le agarra desde el principio y no le suelta.

–Para lograr esa singularidad desde la pluralidad, entiendo que contar con una orquesta versátil como Oviedo Filarmonía es también un activo, ¿no?

–Por supuesto, tengo muy buenas referencias de esta orquesta, que sé que tiene esa experiencia con un programa propio y como orquesta en el foso, que está asociada a la zarzuela y a la ópera... Tengo muchas ganas de trabajar con ellos.

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