Opinión | Crítica / Música

Un canto para la eternidad

Excepcional interpretación del "Réquiem" de Verdi en los "Conciertos del Auditorio"

No defraudó la fastuosa velada que el pasado domingo se pudo disfrutar en un Auditorio ovetense que prácticamente cumplía 25 años, idéntica cifra a la que han llegado, en el presente curso, la orquesta Oviedo Filarmonía y el ciclo "Conciertos del Auditorio", que organiza la Fundación Municipal de Cultura en colaboración con LA NUEVA ESPAÑA. Incluso la Junta de Andalucía aportó su particular granito de arena cediendo parte de una de sus formaciones corales para sacar adelante esta histórica cita musical. Todo confluía, por tanto, en el escenario del Príncipe Felipe a través de la monumental "Misa de Réquiem" de Verdi que, en apenas un mes, también estará de aniversario.

La orquesta Oviedo Filarmonía atraviesa un momento excepcional y ha alcanzado los veinticinco años con la serena madurez que le ha aportado su titular, Lucas Macías. La cuerda, brillante y homogénea, destacó por encima del resto de secciones, aunque hacemos constar unos metales –directos en la emisión– bien timbrados que supieron plegarse a un volumen –incómodo en muchos momentos– difícil de controlar, con un "Tuba mirum" certero donde parte de las trompetas estaban fuera del escenario. La percusión resultó precisa y las maderas, aunque en segundo plano, mostraron una sonoridad muy dulce en sus intervenciones.

Sobre el coro recae, igualmente, buena parte del peso de la obra. En este caso, "El León de Oro" se vio reforzado por otra de las agrupaciones dirigidas por Marco Antonio García de Paz: El Joven Coro de Andalucía. Los 81 efectivos se mostraron muy equilibrados en cada una de sus cuerdas (20 sopranos, 22 contraltos, 18 tenores y 21 bajos), siendo capaces de la mayor delicadeza en los distintos pasajes a capella del réquiem, pero también de un volumen poderoso en un "Dies Irae" violento y muy efectista, contrastando con la sencillez de algunos pasajes del "Rex tremendae" o el "Sanctus". Afinación impecable y exquisito tratamiento de las fugas, como en el "Libera me", rubricaron un papel sobresaliente de los de los coristas.

En un cuarteto solista muy equilibrado destacaría, no obstante, Ekaterina Semenchuk. La mezzo bielorrusa posee una voz redonda y algo opaca, engarzada en un vibrato controlado que supo manejar a su antojo. Excepcional cada una de sus intervenciones, sobrada en proyección, sin problema en los agudos y con unos graves muy seguros en un registro de pecho que empleó para los dúos con la soprano de la velada, Dinara Alieva. La azerbaiyana hizo gala de un lirismo extraordinario, manejando el volumen acertadamente para generar unos pianísimos afilados y sutiles que redundaron en la teatralidad propia de las obras verdianas.

Inicialmente, el papel de tenor estaba destinado a ser interpretado por Azer Zada. Es de suponer que, tras las dudas que dejó después del programa doble "Il tabarro-Gianni Schicchi" en la Ópera de Oviedo, se decidiera apostar por Joseph Calleja, al que una afección laríngea impidió su concurso en la velada. Sin embargo, la tercera opción (René Barbera) se erigió como una gran voz. Su timbre, redondeado por un ligero vibrato, le ayudó a lucirse en unos agudos luminosos y su poderoso fiato le permitió matizar de forma elegante cada una de sus frases. Por su parte, el bajo Maharram Huseynov posee una voz que imposta en la "máscara" con facilidad, permitiéndole un buen dominio vocal. Cómodo en el registro medio y con unos agudos muy solventes, esgrimió quizá cierta tosquedad en algunos momentos de gran lirismo que, sin embargo, no empañaron su excelente labor durante la interpretación.

A los mandos de todo este arsenal musical, Lucas Macías. No es tarea fácil enfrentarse a una obra de estas características y, salvo algunos desajustes anecdóticos –rápidamente sofocados–, el onubense realizó una lectura muy inteligente de la obra, moldeando a una orquesta muy flexible en cuanto a tempos y volumen y encargándose de no tapar en ningún momento a los solistas. Además, estuvo pendiente del coro, y aportó la seguridad necesaria en cada instante, manifestando el crecimiento en la dirección que ha experimentado durante los últimos meses. Excepcional concierto que supone todo un canto para la eternidad.

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