Sara Chordá, la chelista doctora de la orquesta Oviedo Filarmonía

La intérprete y musicóloga logra la máxima nota con su tesis sobre la historia de la orquesta ovetense, en la que ingresó en 2014

Sara Chordá, con su tesis sobre Oviedo Filarmonía.

Sara Chordá, con su tesis sobre Oviedo Filarmonía. / Franco Torre

Franco Torre

Franco Torre

Sara Chordá Sanz ingresó en agosto de 2014 en la orquesta Oviedo Filarmonía (OFIL). La joven instrumentista, natural de Barcelona y con raíces valencianas, encontró en Asturias y en la formación ovetense su lugar en el mundo. Asentada en la OFIL como violonchelo coprincipal, Chordá afrontó seis años atrás el reto de doctorarse en Musicología, bajo la tutela del catedrático de la Universidad de Oviedo Ramón Sobrino. El tema elegido le venía como anillo al dedo: un estudio histórico del nacimiento y la evolución de la OFIL durante las dos primeras décadas de su existencia. Chordá defendió su tesis doctoral en la Universidad de Oviedo a finales de mayo, ante un tribunal presidido por el maestro de musicólogos, Emilio Casares, que la distinguió con la máxima nota.

"Oviedo Filarmonía (1999-2019): Veinte años de progreso musical y artístico en Oviedo" es un contundente trabajo, de 647 páginas, en el que la ya doctora desgrana, con abundantes datos, la gestación y la posterior evolución de la orquesta. Un tema que comenzó a explorar a partir de la impresión que le causó la intensa actividad musical de la ciudad. "Al llegar aquí aluciné con la cantidad de vida musical que hay en Oviedo. Trabajar sobre la orquesta era una manera de mostrar esta cualidad y también la relación con el público, además de poder reunir toda la información relativa a la historia de la OFIL, que se encontraba dispersa en varios archivos".

Chordá recopiló datos y documentos de los archivos de la Fundación Musical "Ciudad de Oviedo" y de la Fundación Municipal de Cultura, en el archivo de los Virtuosos de Moscú y varios fondos personales de los músicos de la orquesta, además de hacer una ingente labor de hemeroteca, en la biblioteca del Fontán y en la biblioteca universitaria del Campus del Milán.

Durante esta exploración, Chordá exhumó documentos singulares como los primeros estatutos de la orquesta o los contratos de los músicos que ingresaron en 1999, cuando se fundó la OFIL.

"La orquesta nació de la unión de dos cosas, de los Virtuosos de Moscú, que ya tenían una formación propia y asentada en Oviedo, y de audiciones externas, a las que curiosamente solo acudió un 10 por ciento de asturianos", explica Chordá. Todo ello propició que, en un primer momento, hubiese hasta ocho nacionalidades representadas en la orquesta.

Aquellos primeros años fueron difíciles para la orquesta, que trabajó muy duro para encontrar su lugar en la escena local y regional. "Me llamaba la atención, sobre todo al principio, la variedad de críticas que recibía la orquesta, con opiniones muy enfrentadas. Luego, a medida que se va asentando en la ciudad y en los festivales, ya hay menos diferencia en las críticas", relata.

Chordá organizó su tesis en función de los maestros titulares de la agrupación, diferenciando cinco etapas en esos primeros veinte años de existencia: las que marcan la dirección de José Gómez, Gregorio Gutiérrez, Friedrich Haider, Marzio Conti y Lucas Macías, incluyendo el año largo que la orquesta estuvo sin director titular entre los dos últimos. "Básicamente, la primera etapa, la de Gómez, es la de la creación y los primeros pasos de la orquesta, con hitos como el concierto de presentación, el 6 de febrero del 99, que se agotaron las entradas y se tuvo que repetir al día siguiente", explica Chordá. En la segunda etapa, la de Gutiérrez, está marcada por cierta inestabilidad, propia de una orquesta que aún se está asentando. "Haider le da un impulso artístico a la orquesta, la internacionaliza con giras en Francia y Japón, y le cambia el nombre, porque antes era la Orquesta Sinfónica Ciudad de Oviedo. Es el momento de asentamiento definitivo de la orquesta, y destaca también por el empeño de Haider de promocionar la obra de Wolf-Ferrari, con seis discos y nueve conciertos". La etapa de Conti es "la de la apertura de la orquesta a la ciudad, con mucha labor social y conciertos en la plaza de la Catedral", una época de la que Chordá también destaca la versatilidad que alcanza la agrupación. "Esta última etapa creo que es la de la reivindicación definitiva de la orquesta, ya somos parte de la ciudad y formamos parte de la identidad musical de Oviedo y de Asturias", explica Chordá, cuya tesis concluye justo antes de la pandemia.

"Hoy en día, la orquesta tiene un papel fundamental en Oviedo, la cultura musical de la ciudad ya no se entiende sin la orquesta", concluye la nueva doctora, que estudia publicar su tesis, probablemente el próximo año, coincidiendo con el vigésimo quinto aniversario de una formación.

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