El Mercado del Azabache celebra su nueva ubicación en Oviedo
Los artesanos estrenan sus puestos en la calle Gil de Jaz, donde esperan más clientes que el año pasado
Víctor Delgado
Pasada la una de la tarde de un soleado Día de la Hispanidad, Pedro Villanueva le enseña unas manitas de azabache a su clientela. Son piezas que sirven como amuleto para esquivar el mal de ojo, la envidia, los celos y como protección contra las enfermedades. "Me sorpende que guste tanto en una sociedad supuestamente agnóstica", bromea el artesano, que es uno de los responsables de los seis puestos del Mercado del Azabache. Todos estrenaron ayer su nueva ubicación en la céntrica y comercial calle Gil de Jaz. Allí estarán hasta el próximo domingo vendiendo sus piezas, fabricadas con un material que es emblema de las peregrinaciones jacobeas desde la Edad Media hasta nuestros días y que siguen atrayendo por igual a ovetenses y turistas.
El Ayuntamiento organiza por segundo año consecutivo este mercado, aunque en 2022 el lugar elegido fue la plaza de Porlier y la fecha, el fin de semana de los premios "Princesa de Asturias". Los artesanos coinciden en que la ubicación de este año es mucho mejor para atraer más clientes y valoran positivamente las primeras horas de venta. Allí reciben también encargos personalizados y señalan que lo que más se vende son los complementos femeninos. Para Pedro Villanueva, que también preside la Asociación Acebache, una de las claves es que esta piedra no sea común en comercios ni talleres. "Somos una rara avis y eso gusta", apunta orgulloso.
Miguel Franganillo, otro de los artesanos, coincide en la importancia de la originalidad: "Al final esto lo hacemos cuatro y se nota en el trato. Siempre digo que damos un servicio que no lo da ni El Corte Inglés". Franganillo también pone en valor el cambio de ubicación que compara con "pasar de un Seat a un Mercedes". En su puesto triunfa lo sencillo, como los pendientes y los colgantes. Por allí pasó Leticia González, concejala de Economía, Transformación y Políticas Sociales, que se llevó unos pendientes para su hija y comprobó cómo iba la inauguración del mercado.
Por su parte, los dependientes Carlos Roldán y Carmen Menéndez destacan que los clientes se traen "muy bien aprendida" la lección de qué representa cada pieza. Su único temor, que comparte el murciano afincado en Asturias Julio Martínez, es que el puente del Pilar sea un arma de doble filo y reste clientela. "Cada día que pasa, me parece un mayor milagro vivir de esto", aseguró.
Los problemas económicos tampoco pueden con el gusto por el azabache. Ismael Marcos, del puesto más alejado de la calle Uría, afirma que el precio, que figura junto a cada complemento, no asusta a nadie. "El que puede comprarlo lo compra y el que no, no", resume.
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