Jean-François Botrel, máxima autoridad en Clarín, disfruta de la mirada del magistral

El investigador aprovecha la presentación de su libro en Asturias para visitar la Catedral, acompañado por el arquitecto Jorge Hevia

Chus Neira

Chus Neira

No empieza el otoño, si acaso entra en sus últimas semanas. Pero el lugar es el mismo. Jean-François Botrel lleva gran parte de sus 81 años escribiendo sobre Clarín y ayer a las cinco de la tarde posó por primera vez su mano en la piedra del balcón de la Catedral de Oviedo mientras dirigía su mirada a la ciudad. "¡Me falta el catalejo!".

El hispanista, uno de los mayores expertos en la obra clariniana junto a Yvan Lissorgues, acaba de llegar a Asturias para presentar un libro que firma, precisamente, junto a su colega francés. "Leopoldo Alas Clarín, ‘La Regenta’ y el obispo" viene a ensanchar la mirada que uno de sus discípulos, el asturiano Ricardo Labra, dirigió a la novela de Vetusta, a su recepción en Oviedo y a su inclusión en el canon literario en "El caso Alas Clarín". Labra acompañará hoy a Botrel en la presentación del libro en Langreo, en la Casa de la Buelga, a las 20.00 horas, junto al profesor Enrique del Teso, y mañana repetirán, esta vez con el Catedrático de Derecho y bisnieto de Clarín, Leopoldo Tolivar, a las 19.00 horas en el RIDEA. Pero ayer tocaba la visita pendiente a uno de los iconos de la novela: la Catedral y su torre.

El profesor presenta hoy en Langreo y mañana en Oviedo su último libro sobre "La Regenta"

Botrel tuvo un guía de lujo, Jorge Hevia, el arquitecto que ha estado al frente del plan director del templo durante los más de 25 años que lleva desarrollándose. Y aparte de magistral, en tanto que ayer pudo ocupar la misma posición desde la que Fermín de Pas vigilaba los movimientos de Vetusta, Botrel pudo sentir también la estela de su propio magisterio, acompañado como estaba por buenos y queridos discípulos. A la presencia de Ricardo Labra se sumó la del periodista Eugenio Fuentes, que también compartió seminario con el profesor en Francia. Y se añadió una inesperada presencia en la subida a la torre, la del cantante asturiano Pablo Und Destruktion. Había reservado para hacer el recorrido ese día sin sospechar que se encontraría al que durante una semana fue su profesor del máster en Historia y Análisis Sociocultural que cursó en Oviedo, hace ya una década.

Botrel, catedrático emérito de Lengua y Literatura en Rennes, mostró durante todo el recorrido la mirada del que no deja de interrogarse y quiere saber más. Las explicaciones de Hevia sobre el plan director le interesaron como proyecto de largo aliento e incluso aventuró una metáfora con las circunstancias que viven en las universidades europeas. "Esto es como los proyectos de investigación que tenemos, solo que nosotros en muchos casos nunca acabamos y aquí se han concretado", elogió.

Aunque algo falta, porque todavía no se restauraron las vidrieras del lado Sur, como indicaba Hevia, haciendo ver a Botrel y compañía el lagrimal que faltaba en una esquina y explicando que aquel cristal se había desprendido a muy pocos metros del deán, pero sin provocar daño alguno. En el Cabildo dicen que hay un "ángel de la guarda" que evita las desgracias, y de forma más prosaica Hevia apunta a que este tipo de desprendimientos, como el que una vez pudo haber caído encima de la madre del Rey emérito, han propiciado que las obras avancen, que el plan director tenga recursos y se ejecute.

A Botrel le interesó todo. La capilla de los Vigiles, la sacristía, también los paneles digitales de pantalla táctil donde se pueden apreciar con detalle casi microscópico las reliquias de la Cámara Santa. "¿Pero el plan también incluye difusión cultural?", se preguntaba.

La visita guiada siguió por el claustro y las huellas primitivas de la Cámara Santa, en la capilla de Covadonga, antes de iniciar la subida a la torre, una ascensión que figura en el arranque de "La Regenta" y que sitúa a dos de sus protagonistas, el magistral Fermín de Pas, y la pequeña ciudad provinciana replegada sobre sí misma, Vetusta, en sus roles y su dialéctica.

La subida está abierta al público desde hace algo más de año y medio y Jorge Hevia explicó con detalle las intervenciones que se hicieron para garantizar un recorrido seguro, por más que durante la ejecución del proyecto llegó a tener hasta pesadillas con los riesgos que podía entrañar llevar a los visitantes hasta lo alto de la torre.

Ayer, una vez puesto en el lugar del magistral, en el lugar donde en otro tiempo hubo también un campanario vinculado al reloj, como así figura en la novela, Jean-François Botrel fotografió su mano con el móvil, fantaseó con "la mano del magistral" y luego repasó con la vista el paisaje real y el literario. "Era de ver cómo aquellas casuchas, apiñadas, se enchufaban, y saltaban unas sobre otras, y se metían los tejados por los ojos, o sean las ventanas. Parecían un rebaño de retozonas reses que apretadas en un camino brincan y se encaraman en los lomos de quien encuentran delante". El investigador, ya con una boina para protegerse a esa hora del frío y orbayu que atravesaba el cuerpo renacentista de la aguja, evocaba esas palabras literales con otras parecidas, señalando en dirección al Ayuntamiento y recordando que aquel era el barrio de La Encimada en la novela: "Y la imagen que tiene como de ovejitas en un rebaño, de las casas que se saltan unas encima de otras. Y ahora es verdad que saltan menos, pero todavía se pueden ver todos esos tejados entremezclados...". Emocionado, satisfecho y, se diría, reconfortado con el lugar y la compañía, el profesor siguió señalando y comprendiendo: el casino, la torre de San Isidoro, el Campo... El Oviedo que aún no puede dejar de esconder su Vetusta.

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