La crónica de la Lotería en Oviedo: la capital se une a la fiesta gracias al Gordo y los quintos

"Al final no nos quedaban números y dijimos a los clientes que le dieran oportunidad a los feos", celebran los Acebal tras despachar un décimo del 88.008, más tres quintos premios

"Es un pellizco importante para la gente del barrio", dicen los loteros ovetenses que entregaron cuatro premios de 6.000 euros por décimo

En primer término, Julio y Rosa Acebal sujetan el numero del Gordo. Tras ellos y por la izquierda, Teresa, José María y Beatriz Acebal, María Teresa Muñiz y otro de los hermanos, Antonio Acebal.

En primer término, Julio y Rosa Acebal sujetan el numero del Gordo. Tras ellos y por la izquierda, Teresa, José María y Beatriz Acebal, María Teresa Muñiz y otro de los hermanos, Antonio Acebal. / Miki López

Sólo nueve décimos le sirvieron a Oviedo para salvar los muebles y rascar casi el veinte por ciento de los 4,5 millones que dejaron en Asturias los principales premios de un sorteo de Navidad bastante rácano con la región. Los dos billetes del Gordo que se vendieron en sendas administraciones de la ciudad, sumados a otros siete boletos agraciados con diferentes quintos premios, dejan en 842.000 euros los beneficios de un concejo en el que la alegría no estuvo muy repartida. La verdadera fiesta se montó en los puntos de venta donde se vendieron los números ganadores, pero eso sí, sin rastro alguno de los agraciados. "Estamos dándole vueltas y estamos casi seguros de que la persona que se llevó el Gordo es de aquí de Oviedo y de que lo compró a última hora. Lo digo porque al final ya casi no nos quedaban números y estábamos diciéndoles a nuestros clientes que le diesen una oportunidad a los feos", explicaba la lotera Rosa Acebal haciendo referencia al 88.008, un primer premio que de feo tiene bien poco, sobre todo para los afortunados que lo tienen en su poder.

La familia Acebal, que regenta la administración de lotería de la calle Jovellanos, sí que tenía ayer motivo para estar de celebración. La Doña Manolita ovetense, la Bruja de Oro carbayona, el estanco de la fortuna, no falló a su cita con la suerte y volvió a vender el Gordo de Navidad. Y van cuatro veces en los sólo once años que llevan vendiendo lotería. Pero no sólo eso, de este establecimiento también salieron tres boletos premiados con tres quintos premios diferentes a 6.000 euros por décimo. En total, 418.000 euros. "Ha sido una pasada. Ya estábamos contentos con los quintos premios y al final de la mañana, cuando ya no nos lo esperábamos aparece el Gordo y nos damos cuenta de que ha salido de nuestra casa. No podemos pedir más", explicaba con voz temblorosa y visiblemente emocionado Julio Acebal.

Marta Paredes festeja haber vendido el décimo premiado.

Marta Paredes festeja haber vendido el décimo premiado. / Luisma Murias

Lo dicho, la suerte tenía prisa por llegar al estanco de la calle Jovellanos, que hace tan solo dos semanas también selló un boleto del Euromillones de un millón de euros. El establecimiento aún no había abierto sus puertas al público y en los registros oficiales ya se reflejaba que uno de los décimos del 88.979, un quinto premio, se había vendido allí. A las once en punto de la mañana llegó el segundo campanazo, otro quinto, esta vez el 86.007. En ese momento llegó la matriarca de la familia, María Teresa Muñiz, a la que esos dos premios todavía le parecían poco. "Como no salga el Gordo cojo el bastón y veréis que lío", decía en tono de broma. Pero la amenaza surtió efecto. Eso sí, antes vio como salía otro quinto que también se había vendido en su establecimiento, el 57.421. "¿Otro más?" preguntaba un trabajador de una tienda cercana cada vez que escuchaba alboroto y veía como se descorchaban botellas de sidra achampanada.

Pero aún faltaba la traca final, que se hizo esperar. María Teresa Muñiz cumplió en septiembre 88 años y tenía un buen presentimiento con el ocho. Al menos eso explicaba su hija Rosa poco después de enterarse de que también habían vendido un décimo del 88.008. "Es una terminación que te pide mucho la gente y mi madre tenía muy buen presentimiento con ese número. Lo que menos quiere la gente son los ceros y los unos", decía la mujer con una sonrisa de oreja a oreja. "Todavía no nos lo creemos. Es una maravilla volver a repartir premios entre vecinos de nuestra ciudad. Esto es una pasada", repetía constantemente.

En otro punto de la ciudad, concretamente en la administración de la calle Juan Ramón Jiménez, en la zona de la plaza de Pedro Miñor, también saltaron de alegría cuando salió el Gordo. La lotera Marta Paredes, que lleva 13 años trabajando, se acordó mucho de sus padres, los impulsores del negocio, al saber que había vendido un décimo del primer premio. "No están ninguno de los dos y yo se que les hubiese hecho mucha ilusión, pero aún así estoy muy contenta porque esto es una satisfacción muy grande y un chute de ilusión", sostiene la mujer, que en el 2013 ya repartió "unos 18 millones" de un cuarto premio de Navidad "entre los vecinos del barrio"..

Marta Paredes no tiene ni idea de quien es el afortunado "o la afortunada", pero si sabe que el boleto se vendió por ventanilla y que sólo tenía ese. "Cambio muchos décimos con diferentes administraciones de toda España para tener variedad, pero lo hacemos de uno en uno. Para este sorteo tenía más de 5.000 números distintos", asegura. "Eso fue alguien que lo vio expuesto, lo señalo y dijo: ‘dame ese’. Y se llevó 400.000 euros", resume.

María Robledo e Iván Féliz, en la administración número 56 de Oviedo, en el barrio de Teatinos.

María Robledo e Iván Féliz, en la administración número 56 de Oviedo, en el barrio de Teatinos. / V. D.

Hasta cuatro quintos

No son los grandes premios que copan portadas, hacen descorchar botellas de champán o permiten dejar trabajos, pero eso no quita que supongan una alegría para los loteros y una ayuda para los premiados. Tres administraciones ovetenses se sumaron al omnipresente Estanco de la Suerte de Jovellanos con el reparto de cuatro quintos premios en Oviedo, que entregan al ganador 60.000 euros a las serie, es decir, 6.000 por décimo. «Es un pellizco importante para la gente del barrio que les puede ayudar en estos tiempos de crisis», coinciden en las administraciones agraciadas, que fueron La Expenduría número 56, cerca del nuevo HUCA; la del bar Las Palmeras, en San Claudio y Casa Julio, en La Argañosa, que tuvo premio por partida doble.

El premio más madrugador llegó en Teatinos. Poco después de las 10 de la mañana, la ilusión se desbordaba en la expenduría número 56, un estanco de Teatinos regentado por María Robledo e Iván Feliz. El culpable: un número «muy alto de los que tocan mucho ahora» según los clientes, el 88.979. Robledo y Feliz no pudieron celebrar más premios, pero tenían entonces el optimismo por las nubes. «Ahora viene el Gordo», aseguraban. Su administración es relativamente joven, nacida en 2018, y ya repartió este año un segundo premio del Sorteo de El Niño. Dicen que el premio puede haber ido a parar a cualquiera, ya que se encuentran en una zona de mucho tránsito, entre el nuevo hospital y el centro comercial Los Prados.

Borja Solano, lotero de Casa Julio, en la calle Argañosa.

Borja Solano, lotero de Casa Julio, en la calle Argañosa. / V. D.

Unos minutos después, la retahíla de quintos premios de un sorteo que parecía diseñado a dedo llevó la felicidad al oeste de Oviedo. Una curiosa administración camuflada dentro del bar Las Palmeras, en San Claudio, fue agraciada con otro quinto premio, un décimo del 86.007. «No tengo ni idea de a quién le habrá tocado, pero compramos siempre y este año no lo hicimos, afirman con resignación Carlos Suárez y Roque García, vecinos de la zona. La esperanza en San Claudio, al igual que en Teatinos, era repetir éxito con un premio de mayor cuantía, pero pese a que «El Gordo» y el segundo premio se hicieron los remolones hasta cerca de la una de la tarde, la suerte volvió a tener un solo rostro durante esta edición de la Lotería.

Antes de eso, a las doce del mediodía, Casa Julio, una de las administraciones con más solera del barrio de La Argañosa, ya tenía su doblete de quintos. El segundo le pilla por sorpresa al lotero Borja Solano, que mientras despachaba una cola de clientes no había sido capaz de escuchar que el 57.421, del que había vendido un décimo había sido quinto premio. Era el segundo de la mañana después del 86.007, un número repartido por muchas administraciones de España, entre ellas la de San Claudio. Un trabajador de Loterías y Apuestas le trae los carteles que acreditan la venta del premio, que se realizó a través de las máquinas del local. «Cada vez es más habitual comprar por máquina. Hace que sea más difícil seguirle la pista al cliente en estos casos», dice el lotero.

El establecimiento de La Argañosa está en racha, ya que se hizo recientemente con un premio del Euromillones y otro del «Gordo» de San Valentín. «Es una alegría del copón», dice el lotero, que se conforma con que los premios entregados ayuden haya recaído en alguien que lo necesite. «Y si es del barrio, mejor», resume emocionado.

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