Corte y confección en la sastrería real de Minas

Los ayudantes de los Magos prueban sus vestidos para la cabalgata: Platero y Kennedy necesitan ajustes; a Antuña el traje le va perfecto

Luis Antonio Suárez y Covadonga Díaz dialogan con los ayudantes de Sus Majestades durante la prueba de vestuario, en Minas.

Luis Antonio Suárez y Covadonga Díaz dialogan con los ayudantes de Sus Majestades durante la prueba de vestuario, en Minas. / Irma Collín

Los espectaculares atuendos de la Cabalgata de Reyes no son casualidad. Detrás de los modelos que lucen cada año los figurantes del desfile protagonizados por Sus Majestades de Oriente hay un laboratorio donde surge la magia: la Escuela de Minas. El edificio lleva acogiendo las pruebas de vestuario de los 1.600 participantes del espectáculo desde el pasado 26 de diciembre pero faltaban las estrellas. Llegó el turno de los tres ayudantes de los Reyes Magos, que ayer al mediodía se acercaron a hasta la allí para comprobar que las galas que lucirán por las calles de Oviedo el próximo día 5 les quedan como un guante.

El empresario Álvaro Platero, ayudante de Melchor; el presidente del Colegio de Médicos, Luis Antuña, que asiste a Gaspar, y el sociólogo Prince Kennedy, colaborador de Baltasar, irrumpieron juntos en una Escuela de Minas que, estos días, se ha convertido en la sastrería de sus Majestades. Sus pasillos, plagados de maquetas que replican obras de ingeniería que van desde fábricas a estaciones, se ven invadidos por prendas de todo tipo y condición. Cascos, sombreros, chilabas o pañuelos reposan en las mesas. Los percheros abundan aquí y allá. Las lanzas descansan a cientos, apoyadas en las paredes. Los tres ayudantes siguieron al director artístico del desfile, Luis Antonio Suárez, hasta el aula número cinco de la antigua facultad de ingeniería. Allí reposaban las telas nobles, los sombreros engalanados y el calzado exótico que los asistentes de los Reyes visten en la Cabalgata.

Las pruebas no se hicieron esperar. Álvaro Platero fue el primero en comprobar cómo le sentaba el hábito. Es un hombre muy alto y la prenda, de color azul oscuro, necesitará algunos arreglos. "Me gusta, pero me queda un poco corto", comentaba sonriente. La parte del cuello también requiere de alguna modificación, aunque lo que le queda como hecho a medida es el sombrero y la capa.

Prince Kennedy no tardó en bromear con los trabajadores y los funcionarios encargados del vestuario. "A ver, esto me queda diferente. He perdido unos kilitos", bromeaba. También hubo un problema con las botas del veterano asistente de Baltasar, que hacía chanzas sobre si su pie había cambiado de tamaño.

El único al que no habrá que hacerle arreglos es a Luis Antuña. "Todo me queda como un guante", decía tras la prueba, aún con unas botas rojas puestas con su ropa de calle.

"Los trajes son maravillosos y no hemos podido elegir mejores ayudantes este año", dijo la concejala de Festejos, Covadonga Díaz, también presente. "Estamos deseando verlos en la recepción y en la cabalgata", sentenció la edil.

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