El legado del general Elorza: 180 años de la Escuela de Aprendices de Trubia

El establecimiento educativo, revolucionario, combinaba teoría, práctica y disciplina militar y preparaba a los jóvenes para una industria que evolucionaba constantemente

Detalle de la fachada del actual IES Río Trubia, que en los años cincuenta del siglo pasado dio cabida a la Escuela de Formación Profesional Obrera y que más tarde pasó a albergar el Instituto de Enseñanza Secundaria. Antes, la Escuela tuvo otra sede, dentro de la fábrica, hoy desaparecida. A la izquierda de la imagen, en primer término, aparece el busto del general Elorza, ahora en el exterior, aunque en su momento se ubicaba dentro de la Escuela de Aprendices.

Detalle de la fachada del actual IES Río Trubia, que en los años cincuenta del siglo pasado dio cabida a la Escuela de Formación Profesional Obrera y que más tarde pasó a albergar el Instituto de Enseñanza Secundaria. Antes, la Escuela tuvo otra sede, dentro de la fábrica, hoy desaparecida. A la izquierda de la imagen, en primer término, aparece el busto del general Elorza, ahora en el exterior, aunque en su momento se ubicaba dentro de la Escuela de Aprendices. / Antonio Cuestas

Antonio Cuestas

Antonio Cuestas

Se cumplen 180 años desde que el ilustre artillero don Francisco Antonio de Elorza y Aguirre llegara a Trubia, marcando un antes y un después en su historia. Su visión y liderazgo no sólo transformaron una industria, sino que también moldearon el futuro de la educación técnica. Revitalizó una fábrica devastada por las hordas napoleónicas, convirtiéndola en menos de cinco años en un referente europeo en la fabricación de cañones.

Su obra culminó con la creación de la Escuela de Aprendices de la Fábrica de Trubia, posiblemente la primera Escuela de Formación Profesional Obrera (EFPO) del mundo.

Elorza llevó a la fábrica a un camino de progreso a través de una revolución industrial y educativa. Esta singladura histórica, que vamos a explorar brevemente, no solo revive el pasado, sino que también ilumina nuestro presente, evidenciando cómo la visión de Elorza sigue siendo relevante en la actualidad.

El legado de Elorza en la industria y en la educación. Bajo su mandato logró relanzar una fábrica renqueante y deslavazada, aún malherida por la destrucción de las tropas del mariscal Ney en 1809.

El dato es inequívoco: tras su llegada en 1844, en menos de 5 años estaba produciendo algunos de los mejores cañones de Europa. Y tal día como hoy, hace 174 años, coronó su obra con el comienzo de las clases en la EFPO. Para ello redactó, de su puño y letra, un documento con la orden de constitución de la Escuela el 1 de enero de 1850, fijando la fecha del 7 de enero para el comienzo de las clases.

Nada más llegar en 1844, ya nos dejó un precedente; se comenzaron a impartir clases teóricas en horario nocturno. Las daban, tal como quería Elorza, a jóvenes previamente seleccionados los capitanes del Arma de Artillería don Eliseo Lóriga, don Víctor Marina y don Doroteo de Ulloa.

Por tanto, bajo la dirección de Elorza, Trubia experimentó una transformación sin precedentes, implementando tecnologías avanzadas y métodos de producción innovadores, estableciendo un nuevo estándar en la industria armamentística. Pero su visión iba más allá de la mera producción; comprendió la necesidad de una educación técnica sólida. Así fue cómo nació la mencionada Escuela de Aprendices en 1850, un establecimiento educativo revolucionario que combinaba la teoría con la práctica, todo ello sazonado con disciplina militar, preparando a los jóvenes para afrontar los desafíos de una industria en constante evolución.

Aunque a menudo se recuerda a Elorza como general, no debe olvidarse que, tras 62 años de fructífero servicio a España, fue ascendido en 1864 a Mariscal de Campo, la más alta graduación militar de su tiempo.

Por las circunstancias actuales, veremos a continuación que estamos en el momento justo de respaldar su legado y revitalizar la formación profesional. En 2025, al celebrar los 175 años de la Escuela, qué mejor homenaje habría que, adaptando sus enseñanzas al presente, volver a tener de nuevo más aprendices en Trubia. El mejor tributo al legado de Elorza es, sin duda, mantener vivo su espíritu de innovación y educación.

Innovación Continua: la Escuela de Aprendices en el contexto actual. La relevancia de la Escuela de Aprendices, aunque desaparecida en 1990, sigue trascendiendo hasta el presente.

Seleccionaremos para ello dos ejemplos de entre otros muchos: hace 13 años, el destacado empresario avilesino Daniel Alonso, al recoger el "Asturiano del mes" de LA NUEVA ESPAÑA, ya lo advertía y el titular periodístico lo resaltaba: "Necesitamos recuperar al aprendiz para asegurar el futuro industrial". Manifestaba, asimismo, la necesidad urgente de recuperar la figura del aprendiz, pisando el taller, combinándola con formación teórica; algo esencial debido a la creciente preocupación por la falta de jóvenes especializados en oficios técnicos.

Viajando al presente, las empresas del sector de defensa radicadas en Asturias, como Santa Bárbara Sistemas y Expal, herederas directas de la histórica Fábrica de Trubia, enfrentan una creciente demanda de personal cualificado. En el mismo diario, el pasado 28 de agosto, se remarcaba la necesidad de programas de formación profesional adaptados a los desafíos contemporáneos, así lo declaraba Carolina Díaz, directora del conglomerado de empresas de Defensa, que proporcionan el 15% del PIB regional.

El titular de la noticia no puede ser más rotundo: Las empresas de Defensa aspiran a tener una FP propia que palie la falta de personal.

El eco del legado de Elorza nos llega, pues, alto y claro y la Escuela de Aprendices –su mejor legado– continúa inspirando la educación técnica moderna, demostrando que su influencia trasciende el tiempo.

Elorza en la memoria. Que Elorza está presente en la memoria local parece obvio, no precisamos recurrir a otros lugares de España en los que también dejaría su impronta. En Trubia hay dos calles que llevan su nombre; una dentro de la propia fábrica, al igual que su monumento al lado de la capilla castrense y un busto en la que era la antigua EFPO, hoy IES Río Trubia.

En la capital, la calle General Elorza es una de sus arterias principales. Se concibió como una vía que conectaría la Fábrica de Armas de la Vega con la Estación del Norte. Esta decisión la tomó el Pleno del Ayuntamiento de Oviedo en la sesión del 6 de junio de 1885 a modo de reconocimiento al mariscal, doce años después de su fallecimiento. En 1909, el extremo occidental de la original General Elorza se renombró como avenida de Santander.

Estos homenajes en forma de calles y monumentos evocan su paso por estas tierras; pero más que simples recuerdos son testigos de aquel tiempo, y nos trasladan, una vez más, que la visión y las obras de Elorza siguen resonando hoy.

Una llamada a la acción. Inspirados en el ejemplo de Elorza, nos enfrentamos al desafío crucial de adaptar su visión a las necesidades de nuestro tiempo para que la industria siga teniendo algo del peso que ha tenido tradicionalmente en Asturias y seguir creando riqueza en nuestra tierra.

Este artículo no quiere sino subrayar que la mejor manera de honrar el legado de Elorza, de Trubia y de sus Aprendices es revitalizando su espíritu de innovación y educación. Elorza no es solo una figura del pasado; su legado debe seguir siendo un motor de inspiración e impulsar el progreso en la educación y en la industria.

A un año justo de la conmemoración de los 175 años de la EFPO, con actos que tendrán lugar a lo largo de 2025, ese espíritu debería seguir siendo un catalizador de cambio y crecimiento. Actuar inspirados en su legado es la forma más auténtica de honrar su memoria, llevando su visión al presente y forjar un mejor futuro.

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