Último adiós a Enrique Valdés, el decano "bueno y afable" que transformó el Colegio de Abogados de Oviedo

"Con él se inició la renovación de la institución, pero sobre todo era un buen paisano", afirman los amigos y compañeros del letrado fallecido

Asistentes al funeral a las puertas de la iglesia de San Tirso el Real.

Asistentes al funeral a las puertas de la iglesia de San Tirso el Real. / I. Collín

A escasos cien metros del Colegio de Abogados, en la iglesia de San Tirso el Real, amigos, familiares y representantes de la Justicia asturiana despidieron ayer a Enrique Valdés Joglar, que fue decano de la institución durante ocho años, entre 2007 y 2015. Valdés Joglar, que falleció el pasado miércoles a los 68 años de edad, será recordado siempre por ser una persona "buena y afable" que trabajó sin descanso por el bien de sus compañeros y que consiguió transformar el Colegio durante su mandato para convertirlo en un referente a nivel nacional. "Con él se inició la renovación total de la institución porque fue un estupendo decano. Éramos muy amigos, estoy muy triste porque se va un buen paisano", resume visiblemente afectado Rafael Fonseca, magistrado jubilado del TSJA.

Fonseca no fue el único que destacó ayer las cualidades como persona de Enrique Valdés Joglar, al que todos sus compañeros reconocen además como una "autoridad" como abogado, en concreto dentro de la rama del Derecho Agrario. "Salió de un pueblo –el fallecido era natural de Fresnosa (Piloña)– y luchó hasta llegar a una posición importante dentro de la profesión. Era serio, ecuánime, muy buena persona y muy amigo de sus amigos", asegura el letrado Julio Noriega, que formó parte del equipo directivo de Valdés Joglar cuando estaba al frente del Colegio de Abogados de Oviedo. "Siempre estaba dispuesto a enseñar lo mucho que sabía sin pedir nada a cambio. Le dio un impulso muy grande al Colegio de Abogados", añade el letrado Carlos Álvarez-Buylla.

Paloma Toyos.

La viuda de Enrique Valdés, Begoña Escalona, con su hijo Enrique, esperando la entrada del féretro en la iglesia. / Irma Collín

A las puertas de la iglesia, la viuda del fallecido, la también abogada Begoña Escalona, no paró de recibir abrazos y muestras de cariño. "Hay tanta gente porque era una buena persona y un gran abogado. Trabajó mucho por sus compañeros de forma desinteresada y eso es de agradecer", dice Manolo Paredes, vicepresidente del Real Oviedo y compañero de gremio del fallecido. Los hijos de Enrique Valdés Joglar, Juan y Enrique, que también son abogados y ahora están al frente del despacho Valdés y Escalona, estuvieron durante todo el funeral arropando a su madre.

A la despedida de Enrique Valdés Joglar no faltaron los integrantes de la actual junta directiva del Colegio de Abogados. Asistieron, entre otros, Pedro Paulino Sánchez, Francisco Pérez Platas, Luis Pérez Fernández o Beatriz Fernández-Pello con el actual decano, Antonio González-Busto, a la cabeza. "Es una tristeza muy grande porque se va una persona que todavía era muy joven y que era muy querido. Venimos a despedirlo porque se lo merecía de verdad", asegura González-Busto.

En otro banco, visiblemente afectado, estaba el anterior decano del Colegio de Abogados de Oviedo, Luis Carlos Albo, que además de compañero era amigo personal del fallecido y de toda su familia. "Ahora mismo estoy peor que cuando me enteré. Me están viniendo muchísimos recuerdos a la cabeza y lo estoy pasando bastante mal. Lo voy a echar mucho de menos", asegura.

Tampoco faltaron al funeral otros representantes de la judicatura asturiana, como el presidente del Tribunal Superior de Justicia de Asturias (TSJA), Jesús Chamorro, que llegó a la iglesia acompañado de la fiscal jefe de Asturias, María Esther Fernández García. "Es un día triste. Enrique era un gran decano y siempre luchó por el bien de la justicia asturiana", afirma Chamorro. Junto a ellos también llegaron a San Tirso el Real el concejal Nacho Cuesta, que sucedió a Valdés Joglar como decano de los abogados de Oviedo en 2015, y José Luis Niño, magistrado de la Sala de lo Social del TSJA. "Lamentamos mucho la pérdida de Enrique", dijo este último antes de entrar al funeral.

El sacerdote que ofició la misa, Ángel Rodríguez Viejo, se refirió al fallecido como "una persona afable, acogedor, servidor de los demás, íntegro, bueno y dedicado a su profesión".