Las entradas para la Filarmónica de Viena apenas duran una hora en taquilla en el Campoamor

Los aficionados hicieron cola desde primera hora y, junto a la venta electrónica, acabaron con los billetes para la cita única del 22 de junio

La cola a las puertas de la taquilla del teatro Campoamor, ayer por la mañana, para comprar las entradas para la Filarmónica de Viena.

La cola a las puertas de la taquilla del teatro Campoamor, ayer por la mañana, para comprar las entradas para la Filarmónica de Viena. / LNE

Elena Fernández-Pello

Elena Fernández-Pello

La taquilla del teatro Campoamor abrió ayer a las once de la mañana, como siempre, pero tres horas antes, a las ocho, ya había gente a la puerta, en busca de un buen sitio en la cola para conseguir entradas para el concierto extraordinario que la Filarmónica de Viena, por primera vez en Oviedo, ofrecerá el 22 de junio con motivo del 25.º aniversario del Auditorio Príncipe Felipe. El madrugón sabatino mereció la pena, porque en cuestión de una hora y pese a que su precio no era barato –112 euros en butaca de patio y 103 en anfiteatro– las localidades se habían agotado.

Tras conocer la expectación y el fulminante éxito de ventas, el concejal y presidente de la Fundación Municipal de Cultura, David Álvarez, expresó su satisfacción y valoró de forma "muy positiva" la acogida de los melómanos ovetenses, que interpreta como una demostración del "respaldo a la programación de calidad que venimos realizando en los últimos meses". "Ese día viviremos en nuestra ciudad un hito cultural histórico", manifestó.

Con el concierto de la Filarmónica de Viena, además de conmemorar el aniversario del Auditorio por todo lo alto, Oviedo pretende impulsar su candidatura a Capital Europea de la Cultura en 2031. La orquesta vienesa, considerada una de las cinco mejores del mundo, actuará por primera vez en la ciudad precisamente un día después del Día Europeo de la Música.

El suizo Lorenzo Viotti dirigirá a la formación en un programa que incluirá obras como el "Capricho Español", de Nikolái Rimski-Kórsakov; la "Sinfonía número 7 en re menor op.70", de Antonín Dvorák, y el poema sinfónico "La isla de los muertos", de Serguéi Rajmáninov.