Preludio musical a la Semana Santa

La OSPA y el Coro de la Fundación protagonizan una notable actuación en un concierto marcado por la religiosidad

La Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias, ayer, durante su concierto especial de Semana Santa en el Auditorio, acompañada por los dos solistas y el Coro de la Fundación Princesa de Asturias.

La Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias, ayer, durante su concierto especial de Semana Santa en el Auditorio, acompañada por los dos solistas y el Coro de la Fundación Princesa de Asturias. / Irma Collín

Jonathan Mallada Álvarez

Jonathan Mallada Álvarez

La Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA) celebró anoche su tradicional concierto de Semana Santa; una cita que, pese a no estar incluida en el abono, congregó en el Auditorio Príncipe Felipe a buen número de melómanos ovetenses dispuestos a disfrutar de una velada patrocinada por LA NUEVA ESPAÑA que, como no podía ser de otra forma, estuvo marcada por la religiosidad imperante en el programa.

En la primera parte el protagonismo recaía sobre el compositor Richard Wagner. Nuno Coelho, director de la sinfónica asturiana, se enfrentó a una inmensa plantilla para interpretar el "Preludio" y el "Encantamiento de Viernes Santo" del festival escénico sacro (así denominado por Wagner), "Parsifal".

Coelho manejó a la OSPA con mucha habilidad, extrayendo una sonoridad muy adecuada de cada sección. Celoso siempre del volumen, ofreció una ejecución donde la gama de matices en cuanto a su intensidad adquirió una gran importancia, como se pudo apreciar en el "preludio" con una orquesta equilibrada y de gran calidad sonora.

Sin solución de continuidad, los músicos encararon la segunda pieza, ajustándose a las exigencias wagnerianas en una dualidad nada sencilla de plasmar que estriba entre un hermoso lirismo y la robustez de una formación bien nutrida de efectivos.

Tras la pausa, el Coro de la Fundación Princesa de Asturias y los dos solistas hicieron acto de presencia sobre las tablas para, en compañía de una plantilla orquestal más modesta, interpretar el "Réquiem" de Fauré, compositor del que se celebra el centenario de su fallecimiento.

Solidez en los graves

El coro se mostró muy sólido en los graves, con volumen y unos balances muy logrados, luciéndose en el "Libera me" y en los pasajes de mayor volumen.

Por su parte, los solistas exhibieron un nivel más que notable para deleite de los asistentes. La soprano Serena Sáenz reveló un timbre atractivo y unas cualidades vocales excepcionales que, sin duda, la convertirán en una brillante intérprete durante los próximos años. En cuanto al barítono austríaco Daniel Schmutzhard, su voz, bien timbrada, se prestan a la contenida teatralidad de la obra de Fauré.

El público presente en el recinto de la plaza del Fresno tributó, agradecido por la gran calidad y buena ejecución del recital, numerosos aplausos a los músicos al término de la velada, de hora y cuarto de duración.

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