Luis Landero: "Las experiencias más secretas son las que realmente te inspiran"

El novelista presentó su libro "La última función" en un abarrotado Salón de Té, donde defendió la belleza como esencia del ser humano

Luis Landero (a la derecha) charla con Andrés Montes, ayer, en el Salón de Té del Campoamor.

Luis Landero (a la derecha) charla con Andrés Montes, ayer, en el Salón de Té del Campoamor. / Miki López

Ch. N.

Las grandes historias son las que realmente conmocionan al escritor y al lector y no son necesariamente grandes en su expresión más prosaica. Luis Landero, nombre mayor de las letras castellanas, lo explicó ayer con esa aparente facilidad y rigor latente de los clásicos, en amena conversación con el periodista Andrés Montes en una nueva entrega de las Tertulias del Campoamor, en un abarrotado Salón de Té del teatro.

Su última novela, "La última función", presenta a un Landero canónico, y Montes quiso saber qué había de su peripecia vital anterior en la farándula, en esta novela. El escritor extremeño –crecido después en Madrid– admitió que llegó a vivir experiencias singulares como guitarrista, que hizo giras y conoció gente rara, pero que toda aquella aventura apenas sirvió para un artículo de periódico, "Verano del 65", y para una novela, "El guitarrista". "Eso es todo", concedió. Y por eso, ahí la conclusión, explicó que "a veces una vida llamada a ser contada no da mucho de sí, en tanto que experiencias más secretas son las que realmente te inspira". De forma más evidente: "Igual eres marino, naufragas y toda esa experiencia no te sirve de nada, pero la pesadumbre de una tarde un domingo al quedarse solo en casa sí". En eso, resumió, consiste aquello tan díficil que señalaba Flaubert de que cada escritor debe encontrar sus temas, generalmente por suerte, como Cervantes, casi en el crepúsculo de su vida.

Vista general de la sala durante la charla. | Miki López

Vista general de la sala durante la charla. | Miki López / Ch. N.

Las referencias a la literatura fueron constantes, transmitidas con esa ilusión que Landero tiene y que busca más el ejemplo que la teoría. Así, contó al hablar de la dificultad de enseñar a escribir, "la literatura la enseñan los escritores. Dostoyevsky o Machado, no ningún profesor, y lo más que puedes es estimular. Un poema bien leído vale más que un poema bien comentado, va más rápido al corazón".

En su caso no hubo libros de pequeño, pero sí, celebró, una familia de campesinos en la que había una cultura popular "en el sentido más digno del término". Allí descubrió la música y la magia del lenguaje. Salió escritor, y aunque tardó en ordenar su cabeza, hoy, explica, no entiende la vida sin hacer literatura.

Para él, aclaró a Andrés Montes, puede ser entretenida, pero la literatura tiene que tener arte. "No sé hasta qué punto se puede rebajar a mero entretenimiento, creo que eso es abaratar la literatura. Tiene que tener un componente de belleza. Es fundamental". Esa misma belleza, acabó diciendo, "es lo que fundamenta la historia de la humanidad. Si algo nos ha hecho mejores ha sido la cultura y la educación".