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La mar de Oviedo

Bolaños

Hace unos días a un lucense de pocas luces descubrieron robando en el Arqueológico, lo procesaron y para defenderse declara que entró al Museo bebido y drogado y se trataba lo suyo de una gamberrada, de un acto incívico. Y ha de ser cierto porque empeora el estado de las cosas. A mi entender tiene más delito, es un tipo más peligroso e indecente que el que suponían los vigilantes que le echaron mano. No es un coleccionista entendido, un traficante de guante blanco, es un profano y un goliardo. Desprecia lo robado, desprecia el Museo y a sus trabajadores, desprecia nuestra historia y, dado que presume del descontrol al que le someten sus vicios, se desprecia a sí mismo. En estas circunstancias, la acusación del fiscal de haber robado un bolaño, un proyectil utilizado por cañones del siglo XIV, en comparación con lo que confiesa el reo, sería un timbre de honor.

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