La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Alma desajustada

Sobre el vacío de un espíritu malherido y la influencia de Lorca, Juan Ramón o Unamuno

Mi prima Patricia, que nada tiene que ver con la primita solterona que, carpetovetónico, cantaba Rafael de León, me habla de un joven intelectual milanés, Gianluigi Ricuperati, con una curiosa teoría narrativa sobre la divagación de su alma malherida en los envoltorios, o bodies, de otras personas próximas.

Y me lo cuenta una mañana luminosa de fin de año en que todavía mis tripas, desprovistas de vesícula y del alien en forma de tumor gist, extinguidos en doble tajazo, magistral e inmisericorde, buscan la conexión habitual cuerpo/alma que noto me falta mientras espero, y confío, en que mi almario se asiente definitivamente.

En tiempos de estudiante visité en Londres a J. A. Balbontín, un exiliado de vida azarosa, que me llevó a ver "Viridiana", que daban en cinematógrafo cerca de su casa. Tuve tiempo de conversar ampliamente sobre sus colaboraciones para "Índice" de Juan Fernández Figueroa, personaje también harto curioso, que conocí.

Balbontín tenía una extraña filosofía que no he vuelto a constatar en el medio siglo transcurrido desde aquella velada londinense: creía que el alma no se extinguía automáticamente con la muerte sino que vagaba un tiempo flotando en las cercanías del cuerpo del que se había ido.

No tenía vocación de eternidad pero sí valoraba una ligera mayor duración que las heridas mortales de la vida. ¿Afinaba Lorca...en su genial elegía?: "Por las gradas sube Ignacio // con toda su muerte a cuestas. Buscaba el amanecer, // y el amanecer no era. Busca su perfil seguro, // y el sueño lo desorienta. Buscaba su hermoso cuerpo // y encontró su sangre abierta".

Alejandro Duque Amusco, poeta y máxima autoridad en nuestro llorado Bousoño, llama atención al poema cimero de Juan Ramón Jiménez, "Espacio", y la reflexión final cuando, dirigiéndose a su alma deseosa de abandonarle, le pregunta: "¿No te gustó mi vida?" Y sigue haciéndole otras preguntas igualmente conmovedoras.

Hay quien me menta en la red a Unamuno. Sin embargo, Lorca ensalzaba, como todo el grupo progongorino del 27, a Juan Ramón pero se abrumaba ante don Miguel, que no soportaba bien, aunque el vasco le legase un poema.

No sé pero noto que, tras mi paso por el quirófano, mi alma se desajusta un tanto del cuerpo ignorando, ya pasado mes largo, cuándo exactamente todo habrá vuelto a la normalidad sin riesgo de abismo ni para el alma ni para el cuerpo ni aún para la maravillosa ligazón de ambos.

J. R. J. sí buscaba, al pie del Nobel, eternidades: "¿Vamos a hacer eternidad, vamos a hacer la eternidad, vamos a ser eternidad, vamos a ser la eternidad?".

"Eternidad en vilo" tituló póstumamente Emilio Alarcos, con el verso de Guillén.

Espero, en cualquier caso, la estampa, o relato, de Ricuperati para pronto.

Compartir el artículo

stats