Crítica / Música

La heroica ciudad musical

El estreno de "Vetusta", la exuberancia técnica de Tetzlaff y el nivel de "Oviedo Filamonía" marcan una notable velada en el Auditorio

Jonathan Mallada Álvarez

Jonathan Mallada Álvarez

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  • Intérpretes: Christian Tetzlaff (violín) y Oviedo Filarmonía
  • Director: Lucas Macías
  • Programa: Obras de Vega, Elgar y Dvorák.
  • Auditorio Príncipe Felipe, viernes 19, 20.00 horas

Reconfortante cita de los "Conciertos del Auditorio" que mantiene a la capital del Principado como uno de los referentes del panorama nacional en materia de música clásica: orquesta propia, solistas de prestigio y nuevas creaciones para no rebajar el listón de sus ciclos.

Siempre es un reto enfrentarse a un estreno, máxime en esta ocasión, ya que la obra de Vega encierra un eclecticismo en carácter y sonoridad que, si bien añade atractivo a la pieza, también requiere de gran pericia para su ejecución. "Vetusta", con lenguaje asequible y muy intuitivo, proyecta la imagen de una ciudad majestuosa y poderosa gracias al carácter indómito de sus habitantes. Esta idea prevalece en la disolución de cualquier atisbo de dramatismo y tensión armónica en temas del acervo popular (e incluso en el propio himno de Asturias), utilizando de forma inteligente la plantilla de la OFIL.

El "Concierto para violín en si menor" de Elgar conllevó la puesta de largo de Christian Tetzlaff con la Oviedo Filarmonía, un binomio que dio excelentes resultados. El alemán posee una sensibilidad innata que casa a la perfección con el cálido timbre de su violín y se tradujo en una estupenda interpretación donde Tetzlaff matizaba, con vibratos, ornamentos o diferente intensidad, cada una de las frases musicales, concertadas de forma escrupulosa por Lucas Macías. La expresividad del solista germano se acentuó en el movimiento lento, deleitando al respetable mediante una arrebatadora gama de volumen que osciló entre el pianísimo y el mezzopiano sin resentir la afinación. La magia de esta íntima atmósfera se quebró en el "allegro molto" final, repleto de dificultades técnicas donde el violinista alemán brillaría ante una OFIL muy celosa en el acompañamiento. El largo de la "Sonata en do mayor" de J. S. Bach que regaló como propina ahondó todavía más en ese sonido precioso y preciso que Tetzlaff supo imprimir durante toda la velada.

La "Sinfonía número 9 en mi menor" de Dvorák permitió a la Oviedo Filarmonía exhibir todo su potencial en una versión que denota la serena madurez alcanzada por la agrupación, siempre dúctil y maleable, y su titular, inteligente y cada vez más seguro a la batuta. Apoyado en una cuerda reluciente y compacta, Macías daría rienda suelta a las maderas (excelentes en los cuatro movimientos) en el bucólico "largo" y en el "scherzo", fluido y muy elegante. Junto a los metales, homogéneos y muy directos en la emisión, y la medida percusión, alcanzaron unos resultados más que notables que ponen de manifiesto la veteranía y profesionalidad alcanzadas por la agrupación ovetense, próxima a cumplir los 25 años de vida.

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