Con vistas al Naranco

Begoña del Rey

Memoria de una mujer y de una época de gran efervescencia artística en Oviedo

Antonio Masip

Antonio Masip

Ignoro por qué extraños vericuetos conocí a Begoña del Rey en el Coliseo Albia de Bilbao. Aquella circunstancia era, en verdad, lejana para topar personaje tan ovetense. Nos presentó Jaimón López Acha, décadas antes de que Bego y él se convirtieran, con Cábala y Kil, en elegantes tenderos de impacto en el Oviedo Más Allá del Ensanche. Chus Quirós, Vivancos, Elías/Santamarina, Jaime Herrero, Juan Vallaure, Navascués, Paulino Vicente el Mozo, Castelao, Menéndez Hevia... de los que apenas se habla ya pero forman, en mi magín, fabulosos diseños, fugaces pese a trazos de auténtico arte. Sé dónde siguen, supervivientes, las fachadas de Picos y Jena y piezas de Paulinín, como le llamaba Paulino Vicente, pero ¿dónde los Jaime Herrero de Multicines Clarín y de la Casa del Estudiante, los Navascués de Caja Rural y Ronda, el Vivancos de Pick Up, los Elías-Santamarina de Logos, el interiorismo de Cabo Peñas de Lombardía, con la sempiterna mano de Quirós,... o tantos casi inencontrables por decir algo?

Estudiábamos en una ciudad industriosa, no como la nuestra, tan literaria y con Universidad antigua que empaca, pues La Vega/Trubia, el Gas, Química Nalón... funcionaban sin latido urbano, lo mismo que la cervecera El Águila Negra, con pies en bordes sierenses. ¿Deberían haberse evitado las desapariciones de Fuente/Trubia o la cerámica de San Claudio? Creo que no volví a ver a Begoña, pues desde luego jamás entré en su establecimiento ni en el predecesor de su propiedad, hasta toparla en la temporada operística del Teatro Real y en Llastres/La Riera, donde pacían su grupo, Moncho Bances, su marido, los Calahorra, Eduardo Úrculo... Tanto que ver con Oviedo y la Música –casualmente el Albia cobijaba la temporada de Amigos de la Ópera, la Abao de Aldámiz, Vistaflorida, Otto, Celaya...– resulta que intimamos fuera. Begoña era divertida beldad en la época de nuestras carreras. Culta, participó probablemente en orígenes que desembocarían en Tribuna Ciudadana, que Juan Benito iniciaba pastoreando un amplio grupo intelectual en chigre de la calle Magdalena y también en La Riera, el otro territorio de Bego y los suyos. Tribuna solo cabe en un Oviedo universal contra don Saturnino Bermúdez, el personaje clariniano, que pertenece a nuestras, desde luego fabulosas, ruinas arqueológicas.

Hay doble tipo de burguesía cantábrica, la ilustrada, aunque decadente, que ha hecho ciudades hermosas Donosti/Oviedo/Coruña-Santiago, y la industriosa con predominio entonces de fealdad urbana, Bilbao/Santander-Torrelavega/Gijón/Vigo...

Begoña era luminosa y su fallecimiento sobrecoge en un Oviedo en que apenas quedamos ovetenses, aunque el censo supere ya, con respetable holgura, sobrado el quinto del millón.

Suscríbete para seguir leyendo