Crítica
La OSPA, lírica y guerrera
Gianfranco Guerrero y el matrimonio "Pearse", protagonistas del programa titulado "Con-cierto Velázquez"
La OSPA retomó el pasado viernes su temporada de abono de la mejor manera posible. En la estructura habitual de las veladas musicales durante los últimos años (obertura, concierto y sinfonía) figuraban la pieza de una compositora (del mismo modo que acostumbra la OFIL en sus recitales), una obra de estreno cuyos protagonistas (Myra y Peter) son músicos de la propia orquesta y una gran sinfonía. Entrada de año triunfal para reencontrase con su público, seguramente más numeroso que en otras ocasiones.
"Short Piece for Ochestra" (Julia Amanda Perry) es una pieza interesante, compleja en sonoridad, pero con instantes de gran belleza, como el solo de clarinete que luego recogerán trompa y concertino. La americana realiza un uso inteligente de las posibilidades que ofrece la nutrida orquesta (con marcada presencia de la percusión) y los planos sonoros, que Guerrero supo resolver con mucha habilidad.
El "Concierto para dos flautas" de Velázquez sería el plato fuerte. Efectista y muy cinematográfico, el matrimonio "Pearse" se lució a lo largo de los tres movimientos que lo forman. En el primero de ellos, una atmósfera fantasiosa (gracias a los arpegios del arpa) y vitalista se redondearía con las intervenciones del dúo solista, siempre preciso, con una sonoridad cálida y muy expresiva, similar al aleteo de los pajarillos. El tiempo lento, tras una exquisita "cadenza" dialogada, se recreó en un lirismo apabullante donde Myra y Peter hicieron gala de un fiato muy poderoso que les permitió mantenerse bien ensamblados a la orquesta, siempre en segundo plano bajo la experimentada dirección de Guerrero, preocupado por arropar a los flautistas. El último movimiento sintetizaría las virtudes de los anteriores. Los solistas, con una emisión cuidada y una proyección muy adecuada, redundaron en la expresividad que encierra la obra de Velázquez ante una orquesta con mayor presencia.
No es un reto sencillo enfrentarse a la "Sinfonía n.º 4" de Chaikovski, pero la OSPA salió vitoriosa de la lid gracias, en buena medida, al buen hacer de Guerrero. El maestro nicaragüense extrajo un color atractivo de la formación asturiana, especialmente de unos metales que, desde el primer compás, consiguieron plasmar, con un sonido hermoso, el dramatismo que subyace en esta obra. Aunque el "Andantino" dejaría algún leve desajuste inicial entre la cuerda y las maderas, la particular versión de Guerrero, estirando y encogiendo el fraseo, cobró un atractivo muy particular que culminaría en el "Scherzo". El director, sin la necesidad de partitura, no dudó en transmitir al público su pasión hacia la música por medio de una serie de gestos –poco comunes sobre el pódium– desenfadados y rayando la comicidad que provocó la risa de algunos abonados. Con todo, el nivel de la orquesta y el maestro fueron más que notables en una página sinfónica nada sencilla que interpretaron con aplomo y que convenció al público ovetense.
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