Primera impresión: a Fernando Hierro le incomoda el banquillo. Entiéndase la frase en su sentido más literal. El estreno del malagueño como primer entrenador sirvió para mostrar a un técnico activo, pendiente de sus futbolistas, metido en el partido los 90 minutos. Hierro no se sentó en el banco en ningún momento. Es tiempo de pruebas, la pretemporada obedece a tal fin, pero la percepción inicial es que Hierro, como suele suceder cuando se da el paso del césped al banquillo, será un entrenador que se emplee con vigor desde la banda.

Las primeras indicaciones del entrenador se centraron en las labores defensivas. "¡Buena presión tras pérdida, Miguel!", animó al aragonés, que ayer actuó como improvisado extremo izquierdo. Muchas de las órdenes iniciales fueron dirigidas a Linares, hasta acostumbrarle a la banda. A los 17 minutos, en un saque de banda del Vetusta, Hierro corrigió la posición del atacante en la presión: "¡A la espalda del 6!". La jugada, casualidad o no, acabó en el primer tanto del Oviedo.

Una de las fijaciones del entrenador fue la posición de los pivotes. Rocha y Bedia mostraron algunas razones para el optimismo, con mando en el partido y capacidad de creación. Siempre con la cautela que exige la pretemporada. "Rocha, equilibra que no está Edu", indicó el técnico en una incorporación del cántabro. Con el Oviedo gustándose en la elaboración, una pérdida en el centro del campo originó una contra del Vetusta. "Mucho toque en el mismo sitio", le espetó el entrenador a su medular. El Oviedo quiere tener la pelota, pero sin perder la verticalidad. Por eso, las dos felicitaciones más efusivas de la mañana del entrenador fueron por dos cambios de juego de David Rocha.

Hierro mantuvo la figura erguida en todo el encuentro, mientras su cuerpo técnico se mantenía en un segundo plano. Julián Calero, especialmente activo en cada entrenamiento, también se levantó de vez en cuando a dar indicaciones. Como hace en las sesiones de preparación, sus órdenes fueron concisas. "¡Peña, Si Vila sale a banda vete a su sitio en centro!", corrigió en una ocasión al lateral.

Al descanso, el primer once se retiró mientras que la segunda unidad se preparó para entrar en escena. Hierro se detuvo con el canterano Viti antes de empezar el segundo acto. Sus órdenes al extremo siempre fueron claras: "¡A por él!", le animó en cada ocasión que podía encarar a su lateral. La orden fue cumplida a la perfección por el canterano.